Me llamó la atención la respuesta que, hace unos días, en una entrevista en Málaga hoy, el alcalde Francisco de la Torre daba al periodista. Debe ser cosa de mi ingenuidad o de esa manía mía, infantil y maniquea, de pensar que, a pesar de lo mucho que nos jarrea el barro que obtura las cañerías de nuestra vida política; ese barro de corrupción, de despotismo y descrédito, de malversación y de pillaje, que atora los cauces por los que, con razonable sosiego (o desasosiego), debería discurrir la cotidianidad de la convivencia ciudadana… En fin, que a pesar de toda esa podredumbre, hay políticos en nuestro país -el alcalde de Málaga, entre otros muchos- no corruptos y no muy dados a la demagogia y al pintoresquismo cateto. Pero, leo y releo la respuesta de nuestro alcalde a la pregunta de Paco Bujalance, el periodista, y pienso que, tal vez, en esta ocasión, yo esté equivocado, como cuando creía en los Reyes Magos.
La pregunta del periodista: "Por cierto, la cantidad de asesores ha vuelto a ser objeto de críticas. El Ayuntamiento cuenta con 31 asesores eventuales, a los que si se añaden gerentes y directores de fundaciones y empresas municipales resultan más de 70. ¿Cómo convencería a la opinión pública de que todos ellos son absolutamente necesarios?" La respuesta del alcalde: "Con la cantidad de asesores estoy muy tranquilo: Sevilla tiene el doble". Ni más ni menos. Una respuesta demagógica y pinturera que, amparándose en el sentimiento de inferioridad que nuestro alcalde parece tener en relación a Sevilla, elude el hecho de que en España hay unos 20.000 asesores políticos; es decir, una caterva de enchufados pesebreros elegidos a dedo y según el gusto del político de turno, que no han realizado prueba ni oposición ninguna, de los que es difícil conocer sus condiciones económicas, y que al año chupan 1.000 millones de las arcas públicas.
Nada más acceder a la presidencia de la Junta de Extremadura, J. A. Monago, del PP, fichó como asesores, por 3.500 euros al mes y 14 pagas, a su entrenador personal y a su profesor de pádel. Es solo una muestra, pues del dedazo hacen uso y abuso sin excepción todos los partidos políticos, y se extiende desde el gobierno central a los gobiernos autonómicos, municipales, provinciales (parece ser que en las "utilísimas e imprescindibles" diputaciones provinciales el número de estos chupópteros alcanzan cifras preocupantes, de tal modo que, en cierta medida, funcionan como agencias de recolocación de políticos locales que pierden el cargo o que no lo logran), Congreso, Senado, y una larga lista de otras Instituciones.
Y eso, sin contar los miles de funcionarios que ocupan puestos de libre designación -en estos casos, el dedazo funciona de modo más exigente y aristocrático- y que han sido colocados en empresas públicas, fundaciones, cámaras de comercio, patronatos, parques tecnológicos, mancomunidades, oficinas diplomáticas, oficinas de defensores de todo lo defendible, embajadas, agencias nacionales e internacionales… Pero, tranquilos, malagueños, que Sevilla tiene el doble que nosotros. De todos modos, piense si entre sus familiares o amigos hay alguno que tenga relevancia política. No olvide que su hijo está en paro.
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