La ciudad y los días

carlos / colón

Ni intenciones ni palabras: hechos

NO sirve de nada, decía ayer, que el mismísimo Papa -y este Papa, que tanto respeto y prestigio mundial se está ganando no sólo entre los católicos- grite "¡Vergüenza!". No sirven de nada los artículos (incluidos los míos) que tratan de del drama de la inmigración masiva y de las tragedias de los ahogados. No sirven de nada los análisis para establecer responsabilidades, ni la autoflagelación poscolonial. No sirven de nada las palabras de los políticos, ni los maratones televisivos o los conciertos supuestamente solidarios. No sirven las lágrimas sinceras que las buenas personas, que son la mayoría, lloraron al saber que una mujer de menos de 20 años dio a luz a su hijo mientras se ahogaban. Descubrieron los cuerpos dentro del barco, con el niño unido a la madre por el cordón umbilical. No tienen nombres. Son las víctimas 288 y 289. Los han enterrado juntos en una tumba anónima. No sirven de nada, que el Señor del Gran Poder me perdone, ni las oraciones. Nada sirve de nada si no se traduce en hechos.

Estamos ante una situación sin precedentes. África se desborda sobre una Europa sumida en la crisis. Esto último es una anécdota: aunque estuviéramos en pleno boom económico las cosas no cambiarían. Se puede decir de nosotros lo que Welles dijo de los cineastas que delataron a sus compañeros durante la Caza de Brujas: "Lo que me da más asco es que no lo hicieron para salvar sus vidas, sino sus piscinas".

Dejemos de escribir, hacer declaraciones o denunciar (siempre a otros, nunca a nosotros mismos) y actuemos. Intervenga esa cara, torpe y lenta maraña burocrática que se llama UE. Convóquese urgentemente una cumbre de jefes de Estado. Llame el Papa a todos los obispos. Y tómense decisiones que agravarán aún más nuestra ya difícil situación. Porque ayudar a África económica y políticamente, para frenar esta desesperada huida de quienes prefieren morir a seguir allí, costará mucho tiempo, muchísimos millones y alguna guerra contra tiranos tribales, traficantes de esclavos o fundamentalistas. Integrar social y laboralmente a los africanos supervivientes costará muchos millones y requerirá grandes sacrificios que repercutirán en todos los europeos.

George Steiner escribió que quienes conocieron Gran Bretaña en sus tiempos de austeridad, tras la II Guerra Mundial, saben que la solidaridad y la creatividad humana pueden tener su origen en la relativa pobreza. ¿Estamos dispuestos a asumirla?

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