Habrá que ir

Lo noticiable es convertido en comidilla, en ampliación falsa de pequeñas escenas sin trascendencia

Pues nada, habrá que ir". Necesitaba saber cómo reaccionaba una persona trabajadora, que fuese ajena a nuestra profesión periodística, ante la convocatoria de nuevas elecciones. Pregunté, y esa fue la respuesta. Sencilla, breve. Sin más algaradas. La respuesta no me decepcionó, más al contrario, ratificó lo que yo barruntaba. Los periodistas estamos inmersos en nuestra profesión que nos mantiene permanentemente conectados a cada cosa, gesto o declaración que vierten los políticos cada día. Desde el punto de la mañana hasta que nos acostamos. La oferta televisiva y digital nos obliga a llenar nuestros periódicos, televisiones y emisoras de radio de noticias que se deben refrescar cada poco tiempo. Se han criticado las horas en directo dedicados a casos humanos dolorosísimos, pero no se critica la sobreactuación de las horas de directo sobre los asuntos políticos. Y luego, muchos periodistas dedicados a la información política, muy dignos ellos, critican las horas que invierte Sálvame en contar los problemas amorosos -personales- de gente popular quien ya ha hecho de contar su vida un trabajo. Tan respetable es un tema como otro. Tan hipócrita se es criticando a unos como a otros.

La borrachera informativa te lleva a estar viendo noticias que evolucionan sin llegar éstas a serlo. Lo noticiable es convertido en comidilla, en la ampliación falsa de pequeñas escenas sin trascendencia. Un poco harta de tanta movida política hice ese ejercicio: dividir el mundo y dos pantallas. Una, la del ordenador por donde veo en directo la comparecencia en chorro de todos los líderes políticos y la otra es la que proyecta la vida real. Mientras yo tenía la responsabilidad de estar atenta desde el punto de la mañana y concretamente a las diez para ver al presidente Sánchez, por otro lado, me dedicaba a observar a gente trabajadora que no puede parar ni un segundo. Hacen las tareas del hogar, salen hacia sus oficinas, corren para dar de comer a sus familias, regresan a sus trabajos por la tarde. Siguen cuidando a sus familiares enfermos y a poner lavadoras, planchar, hacer los deberes con los hijos o cuidar sus huertas para que las verduras lleguen al súper. Vidas comunes. Frente a frente, he puesto esos dos mundos. Estar tan metida en las noticias te hace creer que eso es lo más importante, pero te das cuenta de que cuando anuncias la fecha de las elecciones, el trabajador te contesta de esa manera lacónica: "Pues nada, habrá que ir. Por la cuenta que nos trae". Se acabó el espectáculo.

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