¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

lmolini@grupojoly.com

La izquierda no puede

Ayer quedó clara la impotencia de la izquierda para dar continuidad al proyecto nacido con la moción de censura

Durante la pasada legislatura, Gabriel Rufián dio la sensación de ser uno de esos actores que sólo tienen una mueca en su repertorio. A saber: la de matasietes del independentismo catalán. Sin embargo, en el fallido debate de investidura de ayer quedó claro que, al menos, sabe también interpretar el papel de hombre sensible y edulcorado, escrutador de estrellas y amante de los niños propios y ajenos. El de Rufián fue, quizás, el momento más embarazoso de la sesión, porque no hay nada que produzca más incomodidad que la cursilería, que es una enfermedad grave de la sensibilidad. Sin embargo, hay que reconocer que la intervención y los jipíos del diputado catalán resumieron perfectamente lo que ocurrió en el hemiciclo: la puesta en escena de la impotencia de la izquierda para dar continuidad al proyecto político iniciado con la defenestración de Mariano Rajoy gracias a una moción de censura que más bien pareció un golpe de mano (por lo inesperado y mortal).

La izquierda no puede, no sabe o no quiere perseverar en el esfuerzo. ¿Cuáles son las razones? Muchas, pero nos centraremos en una que ya apuntábamos el pasado lunes: la incompatibilidad del proyecto socialdemócrata con el de la izquierda poscomunista. Por mucho que el PSOE se empeñe en situarse cuando le conviene bajo la misma etiqueta "progresista" que Unidas Podemos, en los genes socialistas hay una voz muy antigua que les pone en guardia ante los que tradicionalmente han sido sus enemigos. El pacto era perfectamente posible, sólo hacía falta un poco de buena voluntad, pero Pedro Sánchez prefirió escuchar los ecos antiguos de su estirpe y escapar de la tela de araña que Pablo Iglesias poco a poco iba tejiendo. Hizo bien, porque haberse fiado de la buena voluntad de Podemos, un partido carcomido por el cinismo leninista, habría sido una autoinculpación de idiocia.

Pedro Sánchez y España se han librado de un "Gobierno de progreso". Loado sea Dios. Ahora, el escenario más probable es el de elecciones en noviembre. Algunos hablan, y con razón, de que continuará la inestabilidad política, aunque peor hubiese sido un gobierno esquizofrénico, apoyado por Rufián ElAstrónomo y la dulce Beitialarrangoitia Lizarralde; un Ejecutivo que ni siquiera hubiese tenido claro si España es una nación, un blandiblú plurinacional o un club de tute más o menos costeado.

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