La jubilación de los burros

Los grupos políticos de Mijas debaten crearles un hogar a esos animales como premio al concluir su vida laboral

En Mijas hay preocupación por darle una jubilación a los burros, acorde al esfuerzo que han tenido que realizar durante su vida: cargar sobre sus lomos a los turistas por las empinadas calles del pueblo. En temporada alta, suelen pasar entre siete y horas en la calle hasta que vuelven al establo. Ya se sabe qué dice el dicho popular sobre lo qué significa trabajar como estos animales. Aunque los arrieros alegan que durante el invierno apenas dan un paseo al día de unos 15 minutos y que su profesión es muy sacrificada por los cuidados que deben prestar a los jumentos. Los estudios dicen que estos viven de 15 a 20 años, incluso pueden superar la treintena.

La última reforma laboral que se aprobó en el municipio costasoleño, es decir, la ordenanza que regula su actividad, les reconoció el derecho a no tener que portar a usuarios que pesen más de 80 kilos. Aunque desconozco cómo se cumple la norma, porque dudo que los animales tengan la posibilidad de ponerse en huelga de patas caídas si aprecian un exceso de volumen sobre su montura. Además, aseguran los expertos que incluso cuando sufren un abuso, suelen quejarse poco. Y no creo que sepan que con la competencia de los patinetes igual tienen los días contados. Aún así, a los turistas pesados, en las dos acepciones, también se les da la alternativa de montarse en estos taxis de tracción animal. Los burros andaluces son tan buenos que también saben tirar del carro.

El asunto de la jubilación y de la posibilidad de crearles un hogar a estos équidos se ha debatido en pleno. El objetivo que compartían las formaciones políticas es encontrar fórmulas para mejorar su calidad de vida. Siempre con la condición de que sigan haciendo de burros. Sólo los grupos animalistas defienden que la solución a esa preocupación es muy sencilla: suprimir el servicio. Pero el negocio es el negocio.

Así las cosas, ahora tendrá que intervenir la delegación de Medio Ambiente de la Junta. La administración autónoma deberá establecer si el espacio que se baraja para la experiencia reúne las condiciones. Así que si algún asno o similar lee ansioso este artículo, no quiero arruinarle sus expectativas de retiro. Pero igual mejor que se busque un plan de pensiones no sea que al final ni idílica cuadra y lo de retozar, sólo en los sueños. A los políticos siempre les cuesta ponerse de acuerdo. Hay quienes defienden que igual se puede aprovechar la iniciativa para crear un centro de interpretación de la especie. Y el debate sigue abierto. Además, desconozco cómo están las cotizaciones en el sector y si hay garantías de prolongar los beneficios a la siguiente generación. Si es que al final las mejoras de la calidad de vida del burro no pretenden en verdad ampliar la edad de su jubilación.

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