LAS EMPINADAS CUESTAS

Amparo Rubiales

Un juez poco responsable

LLEVO demasiado tiempo sin querer escribir sobre las declaraciones del juez Serrano; respeto su libertad de expresión, aunque me parece que alguna limitación, precisamente por su condición de juez, debería tener; nunca se ha conocido a ningún juez en activo que se dedique a opinar sobre las leyes, cree plataformas ciudadanas de protesta contra las mismas o se haga propaganda personal; no define así la Constitución a la justicia que "emana del pueblo y se administra en nombre del Rey por jueces y magistrados… independientes, inamovibles y responsables".

Conozco a este juez, y llegué a tenerle cierto afecto, participé de algunas de sus propuestas sobre menores y mediación familiar; nos parecía un profesional respetable, pero empezó a desvariar sin remedio; le gustó eso de ser noticia, y a partir de la creación de los juzgados de Violencia y perder esta competencia, se perdió él sin remedio. Tiene derecho a que no le guste la ley de violencia, y a propugnar su reforma, pero de manera seria y responsable, dada la gravedad del problema.

Lleva meses hablando de denuncias falsas, hasta el extremo de llegar a decir que "a más denuncias falsas, más subvención". ¿Quién se beneficia de éstas? ¿Las asociaciones de mujeres que luchan contra la violencia? ¿Quiénes son los responsables de esas denuncias falsas? ¿Las feministas? ¿No es delito denunciar en falso? ¿No son los jueces los que tienen que sentenciarlo? ¿Son éstos los cómplices de esas supuestas denuncias falsas? Es tal el cúmulo de disparates que, ciertamente, no merecerían respuesta, si no fuera porque siguen asesinando a mujeres.

Las últimas víctimas andaluzas, en Pruna (Sevilla) y en Béjar (Almería) nunca presentaron denuncias y sabían de la existencia del maltrato. ¿Y ahora qué hacemos, "juez"? ¿Nos callamos? ¿Las mujeres asesinadas lo son por las denuncias falsas? Y no siga con lo del "holocausto masculino"; diga nombres y apellidos de los hombres maltratados, denuncie a la policía y a los jueces que no actúan y no se invente estadísticas que sólo para usted existen. Parar esta espiral de violencia de género exige la denuncia de las mujeres que la padecen y para ello tenemos que animarlas a que lo hagan.

Conductas como la suya producen desazón; se podrá querellar contra mí o utilizar toda su batería mediática, pero es igual; no tuve demasiado miedo a Franco y no lo voy a tener ahora. Mi mayor orgullo es ser hija de juez, y sé, porque lo he vívido, que la inmensa mayoría de los jueces no tienen nada que ver con éste. Y si no, que diga el nombre de uno solo que apoye públicamente sus teorías.

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