El laboratorio andaluz

Fue nuestra comunidad en la que por primera vez Vox se permitió forzar unos presupuestos generales

El calendario electoral ha querido que Andalucía se haya convertido en el conejo de indias de esta nueva etapa del pluripartidismo. Fue en la campaña de las elecciones autonómicas de finales del año 2018 cuando, por primera vez en las encuestas asomaba Vox con posibilidad de conseguir algún escaño; en principio en Almería, para después, con sorpresa de propios y extraños, llegar al Parlamento andaluz con una docena de diputados. Este trascendente resultado, que significaba que la extrema derecha inauguraba su presencia en un parlamento autonómico no perturbó en exceso a las otras fuerzas conservadoras, que sin demora ni duda alguna se mostraron dispuestas a formar un gobierno que descansara sobre el apoyo parlamentario de Vox. Esta decisión fue seguida miméticamente por otras comunidades como Madrid o Castilla y León, cuyos ejecutivos tampoco dudaron en confiar su fuerza parlamentaria a acuerdos con el partido de Abascal.

De esta forma, el grupo parlamentario de Vox en Andalucía se convierte en punta de lanza de la estrategia de esta formación, que después irá repitiendo en otras cámaras autonómicas. Andalucía es así un interesante laboratorio político que merece la pena analizar porque prácticamente lo que aquí ocurra, más temprano que tarde, tendrá su reflejo en otras autonomías. Por eso fue nuestra comunidad en la que por primera vez Vox se permitió forzar unos presupuestos generales e incluir en ellos su firma ideológica introduciendo el concepto de la violencia "familiar" o la ayuda a los toros y a la caza.

Es importante señalar que ahora Vox ha aumentado el diapasón de sus exigencias y con descaro y reiteración ha negado apoyo parlamentario al gobierno con el que pactó y ha permitido que sea la oposición de izquierdas la que saque adelante de sus propuestas. Es evidente que está haciendo una exhibición de fuerza como anticipo de lo que puede suceder en próximas confrontaciones electorales. El hecho es que con Cs electoralmente menguado, la extrema derecha adquiere un valor decisivo en los próximos gobiernos de derechas que se pueden avecinar. Y en esta preocupante perspectiva, a la izquierda andaluza, que hasta ahora ha mostrado escasa inclinación al entendimiento y la colaboración, no le queda otra que cambiar de actitud, renovar sus estrategias y plantear una opción política viable para hacer frente a este nuevo y amenazante bloque de derechas. Los movimientos en Podemos permiten albergar esperanzas.

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