Editorial

La liberación de los cooperantes

EL grupo terrorista Al Qaeda decidió ayer dejar en libertad, después de nueve meses de secuestro, a Roque Pascual y Albert Vilalta, los dos cooperantes españoles que habían sido retenidos a la fuerza en Mauritania en noviembre de 2009 cuando colaboraban en una caravana organizada por la entidad barcelonesa Acció Solidària. La noticia, que ayer no quiso confirmar oficialmente el Gobierno central, que apeló a la prudencia, sí fue en cambio avalada por diversas fuentes, que precisaron que la liberación era un hecho cierto, si bien los secuestrados todavía no habían llegado a encontrarse con las autoridades españolas. Los dos cooperantes, según esta versión, estaban siendo trasladados ayer desde su lugar de cautiverio al punto geográfico elegido para su liberación, pactado con los mediadores. Un viaje hacia la libertad totalmente diferente al que, junto a su compañera Alicia Gámez, les llevó el pasado año a Mauritania, donde fueron secuestrados a 150 kilómetros de su capital, Nuakchot. Su secuestro, que forma parte de la campaña de actos terroristas realizados por los grupos afines a Al Qaeda instalados en la región del Sahel africano, ha sido el más largo de todos los llevados a cabo en esa zona, superando incluso el que sufrió en su momento una pareja austriaca de turistas (252 días). El aparente final feliz de su odisea se produce después de un prolongado periodo de incertidumbre provocado por la negativa del presidente mauritano a aceptar algunas de las peticiones que, junto al rescate, reclamaban los terroristas. Que finalmente se haya desbloqueado la situación y los cooperantes puedan volver a España es una excelente noticia, aunque evidentemente tiene un lado oscuro: el dinero pagado por su libertad servirá para nuevos actos terroristas. En todo caso, este tipo de situaciones, en las que la vida de los secuestrados es lo único importante, es inevitable que se resuelvan de esta manera. El margen de acción del Gobierno es mínimo. Hasta 51 cooperantes españoles han sido secuestrados en los últimos 14 años en diversas misiones humanitarias en el exterior, lo que demuestra que los terroristas no tienen ningún respeto por la solidaridad que los europeos prestan a muchos otros países. Algo que los define mejor que cualquier adjetivo.

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