NO envidio las últimas 48 horas de Francisco de la Torre y Elías Bendodo. En general, no suelo envidiar casi ninguna de sus horas, pero los dos últimos días han tenido que ser de cuidado. Un maratón negociador y un festival de malas noticias, de tener que prescindir de muchos colaboradores, de cometer injusticias con algunos concejales, como Diego Maldonado, a quien no se dio la oportunidad que sí tuvieron otros antes de anunciar que no lo echaban, que él se iba antes.

Leía a un compañero que el proceso de elaborar una lista electoral resulta tan doloroso como un parto pero al final casi siempre sale una parida. Y no es cuestión de despreciar gratuitamente la candidatura de Francisco de la Torre, pero me ocurre igual que con la de María Gámez: o estoy haciendo muy mal mi trabajo y no conozco a nadie en esta ciudad o la endogamia de los partidos les confunde el concepto de tirón popular o eficacia probada.

Para los políticos resulta tan difícil convencer a profesionales de prestigio de que se lancen al fango de la arena política como contentar a los periodistas con el conjunto de nombres que sale después de la larga y soterrada batalla que es la elaboración de una lista. Y después de las mil y una especulaciones y quinielas fallidas -que le pregunten a Gemma del Corral su experiencia con ellas-, con la del alcalde sólo nos habríamos quedado satisfechos si detrás fueran Tita Cervera, Antonio Banderas, Chiquito, Diana Navarro, Pablo Alborán, Javier Conde y Garbajosa.

De lo poco que conozco de la lista, además de a los ocho que repiten, me consta que Damián Caneda es un buen fichaje. Aunque también arriesgado. Político veterano y empresario de moderado éxito, se trata de un hombre preparado y trabajador. En los cuatro mandatos de Francisco de la Torre, como antes ocurrió con Celia Villalobos y Pedro Aparicio, ese perfil ha sido sinónimo de conflicto garantizado: a los alcaldes nunca les gusta que nadie les haga sombra. Ni los plátanos del Parque (así les fue). Y no veo a la alta figura de Caneda en el séquito que persigue al regidor de procesión a romería. En cuanto a otra de las incorporaciones destacadas, Ana Navarro, resultaría preocupante que traslade al Ayuntamiento la política del despido dorado que se ha aplicado en la Cámara de Comercio, de la que es tesorera. Si al ex gerente aceptaron pagarle 150.000 euros, a saber cuánto podría costar a las arcas municipales el cese de algunos de sus cargos directivos .

Pero si puede hacerse una lectura clara de la lista, es que se ha impuesto la Generación X. Si ha habido pulso, lo ha ganado Bendodo.

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