Cartas

La llama olímpicaAujourd'hui Le Maroc

Por una mejora educativa

A lo largo de esta semana, diferentes medios de comunicación recogen declaraciones del sindicato Comisiones Obreras que considera antidemocrática la exigencia de superar los dos tercios de los claustrales para sumarse a la orden de calidad en los centros docentes. Al hilo de estas palabras me surgen una serie de interrogantes encadenados: ¿por qué negocian y firman algo antidemocrático? ¿Es que acaso no la leyeron con detenimiento o es que, simplemente, les ha cogido por sorpresa la contundente reacción de los claustros? ¿Tendrá esto algo que ver con el distanciamiento que los que negocian tienen del trabajo cotidiano, del día a día en las aulas? Sólo así se explica que no hubieran previsto las desagradables consecuencias que dicha norma está provocando en los centros escolares. Los enfrentamientos y la división no constituyen el mejor ambiente para desarrollar una profesión, complicada en sí misma, que requiere una atmósfera mucho más relajada de la que ahora vivimos y de la que sí disfrutábamos antes, en términos generales. Pero, a pesar de lo antes dicho, creo que tenemos la obligación de mirar hacia el futuro y aprovechar este inmejorable momento (comienzo de una nueva legislatura) para unir fuerzas y exigir unas reivindicaciones muy básicas que rebajarían tanta tensión y ayudarían a mejorar nuestras condiciones laborales y el desarrollo y resultados de nuestro trabajo. A saber: retirada de la orden. Homologación salarial. Incremento de plantilla en todos los centros. Reducción de la ratio y creación de desdobles. Y cobertura inmediata de las bajas. Podría continuar con una larga relación, pero esto no estaría mal para empezar. Ojalá los deseos se hagan realidad.

María Dolores Núñez Ruiz (Málaga)

Toda persona importa

El domingo pasado fui al cine con mis hijas y vimos una peli para niños. Horton, un elefante que un día encuentra una mota y dentro de esa mota hay vida, un pequeño país lleno de seres diminutos. Durante toda la película ese peculiar elefantito no paró de repetir: "Toda persona importa por pequeña que sea". El elefantito lucha contra su particular sociedad en la selva para defender a esa motita, a la vida que hay en ella. Cuando estaba en peligro esa motita gritaba y gritaba para que la escucharan, pero la sociedad selvática y salvaje no la oía. Nuestra sociedad es muy parecida a la selva donde vivía el elefante Horton y nosotros tenemos la obligación y el deber de poder gritar el mensaje, ese mensaje que tímidamente se lanza desde esta película infantil. La pena es que en el cine tan sólo había unas 20 personas. Muchos padres con sus hijos e hijas, pero no estaban en esa sala sino en todo lo demás que se proyectaba. Esto nos debe hacer reflexionar a todos. Al final, la peli acaba con final feliz, Horton logra salvar a la mota de la muerte y la sociedad selvática es convencida de que una persona es importante por pequeña que sea.

A. M. Ros Domínguez (Correo electrónico)

Las desgracias de la llama olímpica dejan un gusto amargo. El colmo del ridículo. Un fiasco mundial y un ideal tumbado a tierra. Esta hipercampaña de comunicación no molesta, por el momento, más que al olimpismo. Éste parece que anda desconectado del mundo real. De la verdadera vida. De los problemas de la gente y sus verdaderas aspiraciones, especialmente la libertad. Hay un problema. Uno de verdad. La universalidad de los derechos del hombre en un mundo mundializado, se convierte en algo tan evidente que ningún país debería ignorar -incluso si ese país es la gran China- nadie puede dar la espalda a esta gran verdad. Que el asunto del Tíbet se haya encrespado por la competencia especialmente de los occidentales hacia China no produce ninguna duda. Hay que ser verdaderamente iluso para creer que Pekín heredará el puesto de líder mundial. No se hacen regalos a este nivel de dura competencia. Con el Tíbet o sin él. Sin embargo, no se llega a ser uno de los grandes en este mundo únicamente en base a los resultados económicos. Sin tener una auténtica fuerza moral. Se ve claramente en la América de Bush, en donde el declive de los valores morales ha precedido a la pérdida de influencia política y económica. (...)

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios