La ciudad y los días

Carlos Colón

De 'lobbies' y fobias

PASO ante un quiosco y leo un titular. Lo releo, creyendo haberme equivocado. Pero no hay duda. Por imposible que pueda parecer dice: "Los niños españoles, en manos del lobby gay". Es la portada de Alba, un semanario que se tiene por católico (lo publicitan como "la mejor información acerca de la actualidad desde una perspectiva familiar y católica"). Por higiene mental no lo leo, al igual que hago con aquellas publicaciones sin rigor que ofenden mis creencias religiosas (una redundancia: lo riguroso no ofende nunca). Pero en este caso, dado lo escandaloso del titular, lo hice. Y además hurgué en la red para tener una idea más completa de su línea editorial e informativa sobre esta cuestión. Me encontré con algo escalofriantemente parecido a los viejos panfletos cristianos antisemitas que, a Dios gracias, el Vaticano II desautorizó a través de la declaración Nostra Aetate (aunque el obispo lefebvriano neonazi Richard Williamson, que en estos días está chuleando al Vaticano tras haberle sido levantada la excomunión, no se dé por enterado). Ahora el papel perverso otorgado a los judíos se transfiere a los gays con acusaciones muy parecidas: ser un lobby mundial que urde conjuras contra el bien común, la moral, las costumbres, la familia y los niños.

Desde diferentes números de Alba hasta se les reprocha, como de antiguo a los judíos, ser ricos, tener mayor poder adquisitivo ("los gays gastan hasta un 60% más que en otros hogares por la ausencia, en su mayoría, de obligaciones familiares"), beneficiarse de una sociedad a la que no dan hijos, manipular los medios de comunicación y utilizar a su favor "el aparato propagandístico del Gobierno", presionar a la Justicia y manejar a su antojo a los niños. Esto último es lo que se decía en el titular que tuve que leer varias veces para creerlo: "Los niños españoles, en manos del lobby gay". ¿Y saben a propósito de qué lo decía? De la asignatura Educación para la Ciudadanía. Lo que, paradójicamente y pese a los abusos de algunos manuales o al error de no centrarla en el estudio de la Constitución, demuestra la urgencia de educar en el respeto a la diferencia y la tolerancia.

Curioso cruce de fobias: la izquierda, que tiene una larga tradición homófoba, se ha convertido en judeófoba; y el catolicismo integrista, que siempre fue judeófobo, enarbola con más fuerza que antes la bandera homófoba. Los extremeños se tocan, que decía Muñoz Seca. Sólo falta, para completar el astracán, que se inventen un niño martirizado por los gays como se inventaron a Santo Dominguito para atizar con mentiras el odio a los judíos.

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