La colmena

Magdalena Trillo

mtrillo@grupojoly.com

La loca encajada

Les propongo un trampantojo: lean esta columna como si nuestro profesor ambulante de metafísica escribiera hoy

L OS dos principales enemigos del hombre son la Naturaleza y el Estado. No se puede vivir fuera de ellos, pero no se vive sino en la medida en que se los vence. Las grandes batallas victoriosas de la humanidad son sobre la Naturaleza; las del hombre, sobre el Estado. Es una lucha eterna que empezó con el principio del mundo y durará hasta que el mundo acabe...

Lo escribe un 8 de abril de 1936 Hamlet García. A las puertas de una contienda que le produce tanto rechazo instintivo como el mundo castrense con sus funcionarios de la muerte. Porque "la guerra es a la vida de los pueblos lo que las enfermedades son a la vida individual: inevitables y quién sabe si necesarias".

Detrás de Don Hamlet, profesor de metafísica ambulante, está Paulino Masip. Nació en Lérida un año después que Lorca y murió en México en los años 60. Fue periodista y escritor, llegó a ser director de El Sol y La Vanguardia, pero acabó ganándose la vida vomitando guiones mediocres para televisión. Por las mismas "razones alimenticias" que Buñuel.

Le pedí a un buen amigo, lector insaciable y crítico incisivo, que me recomendara un puñado de libros para desconectar en la playa. Con El diario de Hamlet García ha estrenado un nuevo género capaz de contrarrestar la veleidad de las redes sociales: las tuit-reseñas literarias vía Whatsapp. "Es un libro triste y divertido, insólito y admirable que escribió Paulino Masip al comienzo de su exilio. Es raro y prodigioso. Cuenta los días de la guerra civil desde la óptica de este despistado profesor. Es una obra maestra".

Ha sido un descubrimiento. La insignificancia de un hombre que quiere ser insignificante, invisible, sin ambiciones ni aspiraciones más allá de preservar su vida gris de pequeño burgués. Un hombre "pacífico", no "pacifista", que da lecciones sin darlas: ¿No te parece que estamos viviendo una racha de locura colectiva? Don Hamlet conversa con su discípula Eloísa a partir del robo de una criada menos enajenada por la guerra que por los fantasmas de su desdichada vida familiar: "Pero la locura colectiva, en abstracto, no existe. Para que exista se necesita una considerable porción de locos individuales". Locos encajados en una corriente general de normalidad que sólo lo parecerán por contraste.

Es justo lo que he hecho estos días: buscar el contrapunto y leer las corrientes de actualidad con el equilibrio imposible de Hamlet García; con la extraña lucidez de saberme una loca encajada. ¡Pruébenlo! Vuelvan al principio y piensen que quien escribe es nuestro profesor ambulante.

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