La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Hay manadas en las redes

Hay que ser muy cerdo para filtrar estas imágenes, recibirlas sin denunciarlas y retuitearlas

Algún hideputa ha extraído del sumario del caso de la manada imágenes que fueron grabadas por los acusados y se visionaron durante el juicio celebrado a puerta cerrada. Tras ello la Policía Foral ha difundido este mensaje: "Asistimos a la difusión masiva de fotogramas sobre presunta agresión sexual #LaManada. Se recuerda a sus autores y retuiteadores que adquieren responsabilidad penal por delito contra la intimidad (art.197.7 CP)". Hay que ser muy cerdo para filtrar estas imágenes. E igualmente cerdo para recibirlas sin denunciarlas y retuitearlas. Hideputas y cerdos, sin paliativos. Y delincuentes, por supuesto. Las redes no crean hideputas y cerdos: los hacen aflorar.

La democracia es cosa de adultos. La libertad obliga a asumir responsabilidades. Las dictaduras son más cómodas por su carácter a la vez paternalista y represor. Invitan a los ciudadanos a no pensar por sí mismos, a vivir en una especie de minoría de edad perpetua en la que el Gran Padre piensa por todos, toma las decisiones, impone valores y leyes, marca el rumbo a la nación como un padre estricto a sus hijos obedientes, agradecidos y necesariamente inmaduros (y por supuesto castiga severamente a los desobedientes). Pater Patriae nombraron a César. "Padre y maestro y camarada" era Stalin para Alberti y "el mediodía, la madurez del hombre y los pueblos" para Neruda. Y también había "padres" en la otra orilla. Para Pemán "Franco es el padre que reúne bajo su mando, como una gran familia, todas las fuerzas nacionales", y para Giménez Caballero, "la sonrisa de Franco ha conquistado a España… tiene algo de manto de la Virgen tendido sobre los pecadores… tiene ternura paternal y maternal a la vez".

Afortunadamente, desde 1975 y sobre todo desde 1978 los españoles no tenemos padre ni censores. Tenemos democracia. Y ahora, para bien y para mal, redes sociales. Todo puede decirse. Todos tienen voz pública. Todo se difunde universal e instantáneamente. Y el anonimato permite fechorías impunes. Por eso, la responsabilidad individual debe enseñarse como primer principio cívico y democrático. A la vez que debe castigarse con la mayor severidad el uso de esta libertad y estos medios para propagar la basura, fomentar el odio, insultar, injuriar o, como en este caso, hacer apología del abuso sexual difundiendo unas imágenes que jamás hubieran debido filtrarse. Hay manadas en las redes.

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