La esquina

josé / aguilar

Quién manda aquí

EL liderazgo de Alfredo Pérez Rubalcaba en el PSOE está materialmente acabado. Le queda la potestad, y aun así se la discuten, de fijar la fecha de las elecciones primarias que consagrarán a su sustituto o sustituta como candidato al Gobierno, y eso llevará a su sustitución también como secretario general en un congreso destinado a ratificar el cambio. Fin de etapa.

Si Rubalcaba albergaba una remota esperanza de continuar al frente del proyecto socialista, los acontecimientos que se vienen sucediendo socavan a marchas forzadas su autoridad. Con concejales socialistas que van de la mano de Bildu en el rechazo a una moción para declarar persona no grata en su pueblo a la etarra Inés del Río y otros que se niegan a lo mismo con el etarra Píriz (son los dos primeros terroristas excarcelados tras la sentencia de Estrasburgo), el episodio del Congreso de los Diputados ha dado la auténtica medida del aislamiento y la debilidad del todavía secretario general.

El problema más grave no es, con serlo ya bastante, que los diputados del PS catalán se abstuvieran en la votación de la moción de Rosa Díez en defensa de la soberanía nacional y contra el derecho de autodeterminación de Cataluña, mientras los del PSOE, lógicamente, la apoyaban. El problema más grave es que el PSOE de Rubalcaba tenía decidido hasta última hora abstenerse también. Fue la rebelión de diversos barones y cualificados militantes socialistas la que obligó a Rubalcaba a recular y a los diputados bajo su mando a votar lo único que puede votar un partido nacional y defensor de la Constitución: que sólo cabe en España un derecho a decidir, el de todos los españoles en su conjunto.

En este bloque de "normalizadores" que doblaron el brazo a su secretario general estuvieron, entre otros, Alfonso Guerra, Manuel Chaves, José Bono, el presidente de Asturias... y la presidenta de la Junta de Andalucía, que es de todos ellos la que más manda en el PSOE actual. Se discute si Susana Díaz amenazó a Rubalcaba con retirarle su apoyo en caso de no alterar el sentido del voto en el Congreso o si no hubo amenaza, sino debate. Qué más da. Lo significativo es que si Rubalcaba carece de fuerza para mantener su posición en un asunto de esta trascendencia carece de autoridad para continuar mandando en el partido.

Sólo falta rellenar con números el hueco donde se anuncia la fecha de caducidad. Y eso que era el más valioso de los suyos...

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