Una manera de expresarse

Si alguien demuestra poseer un conocimiento riguroso, la grosería es la forma de neutralizar esa superioridad

La extraña palabra glosolalia, técnicamente según el diccionario, se refiere a la capacidad sobrenatural de hablar lenguas y también al lenguaje ininteligible de palabras inventadas y secuencias rítmicas y repetitivas del habla infantil, y también de ciertos cuadros psicopatológicos. Poéticamente y en sentido figurado, se utiliza como descripción de una situación social en la que todo el mundo está todo el tiempo hablando, hablando y hablando hasta el infinito, en la que todo se llena de palabras y más palabras, muchas de las cuales, la mayoría incluso, son perífrasis, expresiones altisonantes, digresiones, ambigüedades y otras tantas figuras literarias… una glosolalia colectiva. Como si la atmósfera estuviese llena de palabras y frases y como estamos viviendo cada día, acrecentado el fenómeno, quizá, por el ambiente electoral.

De entre tanta verborrea, impacta a mucha gente, a muchísimas personas, la utilización frecuente y sin escrúpulos de insultos como una manera soez de referirse, sobre todo, a determinados adversarios. Y es en este punto en el que cabe recurrir al filósofo del pesimismo Arthur Schopenhauer (Borges también se refiere a este fenómeno) quien en El arte de tener razón, un trabajo en el que propone, en forma de máximas, diversas estrategias para que nuestros argumentos acaben siempre triunfantes, incluye una última a utilizar cuando nuestra situación sea desesperada porque estamos al borde de la eliminación dialéctica y en una posición sin salida, una especie de aporía, y ya hemos agotado todas las estrategias: insultar. Si alguien demuestra poseer un conocimiento más riguroso sobre algún asunto, la grosería es la forma de neutralizar esta superioridad. Pero, claro, esa opción es un arma de doble filo porque significa reconocer que el adversario no nos acabará dando la razón sencillamente porque es superior.

Pero "sólo cuatro temen lo imposible, dice el Calila e Dimna, esa colección de cuentos que nos han trasmitido los antiguos: el ave que estira las patas hacia el cielo por miedo a caerse de él, la grulla que sólo se apoya en una pata por miedo a que si apoya también la otra el suelo se hunda, la lombriz que se raciona la tierra que come no vaya a agotarse y el murciélago que vuela de noche y no de día por miedo de que lo cacen por hermoso". Es lo que pasa cuando la mente se basa en la palabra sin fundamento y recurre así al insulto.

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