El prisma

Javier / Gómez

La marca de la Junta

HACE unos días, un veterano asesor de la Junta, y sin embargo novato en las lides malagueñas, me negaba que la marca autonómica estuviera mal vista en esta provincia. Todo dentro de una amistosa conversación sobre si era buena o mala idea presentar a María Gámez, la imagen del Gobierno andaluz, como candidata a la Alcaldía, cuando precisamente del agravio ha hecho el alcalde su gran chollo electoral.

Existe el claro riesgo de ponérselo a De la Torre más fácil que el pasado domingo a Kevin Durant con la defensa de Rudy Fernández, casi diez centímetros más bajo. Cada vez que Gámez presente como baza su juventud y nuevos aires para renovar la viciada atmósfera de la Casona del Parque, al popular le bastará exclamar "Sevilla" para que los caballos relinchen en el subconsciente del votante malaguita. En Málaga la marca de la Junta puede ser como la flor de lis en el hombro de Milady. Mejor ocultarla.

Puede que el argumento sea cansino y provinciano, pero basta recurrir a un ejercicio bastante objetivo para comprobar que también es cierto. Si es capaz, recite usted, lector, las últimas grandes obras de la Junta en Málaga. Yo le aporto diez promesas incumplidas: el tren de la Costa, el cinturón verde, el vial distribuidor, la carretera del Arco, el parque tecnológico de Marbella, el megahospital, la depuración de aguas residuales, el Metro en 2009, las múltiples ampliaciones de puertos deportivos que nunca llegan y el Parque de los Cuentos...

En la misma conversación, salió a relucir otro tópico más o menos cierto, igualmente matizable: la extraordinaria suerte que tuvo Málaga de contar con Magdalena Álvarez como ministra de Fomento. Cierto que la socialista aceleró casi todas las obras de esta provincia (no el tren litoral) y que ha sido una ministra para la historia. Pero ni uno sólo de esos proyectos eran regalados ni Málaga tiene que dar gracias por tener un AVE con el que debió contar hace 18 años o un aeropuerto en condiciones. En cambio, ahora sufrimos, y sufriremos durante años, la falsa etiqueta de que andamos sobrados de inversiones. Quizás por ello a Griñán se le olvidó pedirle a Zapatero que no paralice el tercer carril de la ronda este, o el soterramiento de la A-7 en San Pedro Alcántara, o la hiperronda. Y eso que el presidente andaluz nos quería tanto...

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