Mitologías Ciudadanas

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Las tres mascarillas

No vamos a hablar de poesía. Solo que, como si se tratara de Las tres heridas, de Miguel Hernández (Llegó con tres heridas:/la del amor, /la de la muerte, /la de la vida), o del romance del Cancionero de Palacios (S.XV/XVI), Las tres morillas de Jaén (Tres morillas m'enamoran/en Jaén/Axa y Fátima y Marién), o tal vez de Las tres hermanas, de Gerardo Diego (Estabais las tres hermanas,/las tres de todos los cuentos,/las tres en el mirador/tejiendo encajes y sueños), ahora se habla de Las tres mascarillas, de la Junta de Andalucía; tres mascarillas quirúrgicas, desechables y, eso sí, tanto el pack en el que se distribuye, como cada una de ellas, con el emblema y la leyenda bien visible de Junta de Andalucía. Está bien -pensarán algunos-. Y fíjense, a mí me recuerda, ¡entre otros muchos gestos vergonzantes de casi todos los grupos políticos de nuestro parlamento!, al cheque-bebé de Zapatero. Recuerdan: "España, para seguir progresando, necesita más familias y con más hijos. Y las familias necesitan más apoyo para tener esos niños y más recursos para criarlos". Es lo que decía el presidente en el momento de presentar-justificar su cheque-bebé, "confundiendo" una necesidad estructural que precisa respuestas y medidas estructurales de gran calado, con el gesto electoralista y demagogo de dar 2500 euros por nacimiento o adopción de un hijo (la broma, "inútil" en tanto que no cambió absolutamente nada del problema a atajar, nos salió por un ojo de la cara). Pero, bueno, se trataba de dinero público, el de todos nosotros.

Que necesitamos medidas estructurales que mejoren sustancialmente el sistema público de salud no lo duda nadie, lo mismo que necesitamos poner en marcha medidas de gran calado que amortigüen los efectos de esta maldita pandemia, pues nos jugamos la salud y la economía, pero -en este contexto- el reguetón (que no poema) de Las tres mascarillas (El gobierno de la Junta se ha gastado 2.475.000 euros en 12 horas de protección para los pensionistas) suena a lo que es: una medida inútil y electoralista. Pero, bueno, tan solo es dinero público…

Que para sacar un conejo de la chistera se precisa haberlo metido antes, lo sabe todo el mundo. El arte (también el arte de la política y lo que éste debería implicar de respeto a la inteligencia de los ciudadanos) está en saber meter el conejo sin que se note. Hoy día, sin decoro político, es decir, sin consideración a la inteligencia de los ciudadanos, nuestros políticos se comportan como si ni siquiera pretendieran ocultar el conejo, o sea, la dosis de electoralismo que puede conllevar cualquier acción política, incluso las más justas y bien acertadas. Les da igual que notemos que es populismo barriobajero lo que hacen, que meten dinero público en la chistera para sacar de ella unas medidas inútiles y electoralistas. No es que inteligentemente nos engañen (como hace el buen prestidigitador sacando el conejo de la chistera), es que nos engañan sin ninguna clase de respeto, sin consideración ni disimulo, como a tontos. Ni siquiera se cuidan ocultando la demagogia a la que frecuentemente se reducen sus acciones políticas. En fin, dinero público... Al final vamos a añorar a alguien que nos "engañe" con talento y con gracia. Mientras tanto, seguiremos cantando el burdo reguetón de Las tres mascarillas.

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