La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Ellos lo merecen, nosotros no

Cada pueblo tiene el gobierno que se merece. Pero el resto de España no se merece la tabarra catalana

Si existe la telebasura es porque hay audiencias basura. Si el mal cine triunfa en las pantallas es porque un mal público compra las entradas. Y si existe la política basura o payasa es porque existen votantes basura o payasos. Así de simple. El nuevo espectáculo vergonzoso que se está dando desde Cataluña -investidura telamática incluida- lo han hecho posible los 940.602 catalanes (el 21,65% de los votantes) que han votado a Junts per Catalunya, Puigdemont y su tropa. Si se les suman los 929.407 que han votado a ERC después de los hechos acaecidos entre septiembre y noviembre de 2017, tenemos perfilado el escenario catalán en el que se vuelve a representar esta farsa indigna hasta de los más modestos y groseros teatrillos o cabarets del antiguo Paralelo.

Hay que insistir en el hecho asombroso y desmoralizante de que casi un millón de ciudadanos catalanes hayan puesto su confianza en el fugado y ridículo Puigdemont. Y que otro millón haya votado la lista encabezada por otro golpista, en este caso en prisión preventiva, también acusado de rebelión, sedición y malversación de fondos públicos. Contra las inevitables, grotescas y democráticamente peligrosas consecuencias anticonstitucionales que esto está teniendo, ¿qué puede hacerse? Si a dos millones de catalanes les apetece votar a acusados de tan graves delitos que, saltándose la Constitución y el Estatut, han dado un golpe de estado y provocado la más grave crisis de nuestra historia democrática, nada puede hacerse. Aplicar las leyes, desde luego, y por lo tanto volver al bucle del conflicto. Porque la suma de los votantes de Puigdemont y Junqueras deja en nada, casi duplicándolos en número, los 1.102.099 catalanes que votaron a Ciudadanos. Y nos tiene como nos tiene, a la espera de lo que pase en la pista del circo o incluso, aunque sea poco probable, de que el enquistamiento de la situación lleve a una nueva aplicación del 155 y/o a unas nuevas elecciones.

Es sabido que en democracia cada pueblo tiene el gobierno que se merece. Pero el resto de España, que no vota en las elecciones autonómicas, no se merece tener que aguantar la tabarra catalana ni tener que pagar el altísimo coste político y económico que, este sí, recae sobre todos los españoles. Sin embargo, no sólo lo aguantan, sino que la mayoría no desea que se independicen y se vayan. Y después dicen que hay catalanofobia…

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