Estando un marqués de Villaverde de por medio, era una empresa imposible que no hubiese imágenes de la exhumación/reinhumación de Franco. El padre del actual facilitó unas crueles fotografías del cuerpo agonizante del dictador, un revoltijo de tubos saliendo torpemente de un encamado muy anciano. Eso sí fue una profanación, ningún buen hijo fotografiaría a un progenitor de esta guisa por muy histórico que fuese el enfermo. Francis, el nieto, conserva la impronta del clan que se creyó ser propietario de España, el que rompió el silencio de una exhumación respetuosa, democrática: las maldiciones de Merry a la ministra de Justicia, la sotana abotonada del cura hijo del golpista Tejero, la bandera con el águila imperial, los forcejeos con policías en la capilla, las acusaciones de dictadura contra una actuación respaldada por los tres poderes del Estado, el chino franquista, el pretendiente de la corona de Francia que simboliza el fracaso de una pretendida dinastía Bordiú... De milagro, la Transición salió de milagro, el paso de España de la dictadura a la democracia aún podría haber sido más dolorosa. Ni las crueles dictaduras comunistas del Este ni todos los arreones separatistas justifican ni nuestra guerra ni la posterior dictadura, y mucho menos los tributos extractivos que se cobró el clan del Pardo.

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