EL comentario es común entre profes universitarios. Y en esto no hay distinción de género. De un tiempo a esta parte van notando cómo crece la intransigencia en el alumnado. Chicas y chicos que adoptan posturas intolerantes contra quienes pueden haber hecho un comentario inadecuado o haber tomado una decisión por la que se consideran afectados. Raramente se ponen en el lugar del otro, raramente aceptan la disculpa y casi nunca reconocen el esfuerzo que se ha podido hacer por ellos. Como si, por el simple hecho de reafirmarse en su identidad, tuvieran la certeza de no errar, de no equivocarse nunca y se sintieran capaces de mantener la lucidez y los cinco sentidos tan despiertos como la propia juventud de la que disfrutan. Son el gallo del corral o la reina de los mares. Hay quien los justifica: "Es que la adolescencia cada día se prolonga más". Una cosa es la adolescencia y otra la mala educación.

Por suerte, hay otros ejemplos y en las aulas universitarias, en las asociaciones, en los colectivos vecinales y ciudadanos, también hay chicas y chicos que en lugar de afianzarse en las hostilidades y el reproche, y sin olvidar la crítica cuando tienen que hacerla, aprenden a trabajar por un objetivo de servicio a la comunidad, a equilibrarse en el esfuerzo por los demás y por sí mismos. Son casi un milagro porque en lugar de destapar la caja de los truenos que todos podemos llenar dentro de nosotros, están aprendiendo a potenciar lo mejor de sí mismos. Qué bueno sería que además aprendieran habilidades sociales y un poquito de estrategia de supervivencia para que en el futuro pudiéramos tener cierta certeza de que los puestos de decisión no vayan a acabar en manos de charlatanes que no dan puntada sin hilo o de intransigentes con disfraz de defensores de la justicia.

No hay nada más que revisar la actualidad para darse de bruces con el problema. Eso tiene septiembre, la vuelta a la realidad: una diputada del PP que sin esperar a que termine la temporada alta lanza a los cuatro vientos lo poco que se invierte en saneamiento. Una delegada provincial que le contesta que todo está muy bien y que la depuración de las aguas está garantizada. De nada les sirve a los del foro creado en 2007 dejar las denuncias aparcadas durante el verano para evitar que afecten a nuestro actual motor económico, el turismo. Siempre hay quien no se entera o no se quiere enterar y que coloca por encima de esas consideraciones intereses partidistas. Partidismo hay en la denuncia y partidismo en la respuesta.

Del vertido cero de 2012 ya nos olvidamos y ahora estamos en cumplir objetivos para 2015. De ahí que sea tan necesaria la existencia de colectivos como el foro de seguimiento del saneamiento integral, que al estar formado por asociaciones de distinta índole, no recurre a la denuncia por la denuncia y entabla diálogo con las administraciones para que agilicen y no olviden que tienen mucha tarea pendiente.

Los políticos se verían obligados a buscar el consenso y la gobernanza si la ciudadanía se implicara como el foro o como esos jóvenes que pululan en las asociaciones y que casi son un milagro.

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