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José Asenjo / Jasenjo@malagahoy.es

60 minutos

EN estos días tan señalados, como si de un premio gordo se tratase, se inaugura el AVE. Nadie ha quedado al margen de la unanimidad y entusiasmo generada por este acontecimiento, excepto los representantes políticos, que mantienen una agria polémica acerca de a quién corresponden los méritos del éxito. Quizás podrían encontrar un mínimo común denominador reconociendo el importante papel de los fondos europeos en el logro. Felipe González, que presidirá el comité de sabios, lo sabe mejor que nadie: una de las mejores formas de construir la Europa política es que nuestros gobernantes, en lugar de patrimonializar con avaricia, para su particular beneficio electoral, las obras públicas, expliquen a los ciudadanos que el AVE Córdoba-Málaga se ha construido gracias a las políticas de solidaridad interterritorial de la Unión Europea. Además, en este caso, algunos han ido aun más lejos: la portavoz socialista en el ayuntamiento, para oponerse a una fiesta popular, propuesta por el alcalde con motivo del evento, argumentó que era "como si yo tengo un hijo y usted organiza el banquete sin contar conmigo". La analogía utilizada por la portavoz es toda una declaración de principios.

Pero, polémicas aparte, nadie pone en duda la importancia que el nuevo ferrocarril tendrá para el futuro de los malagueños. El AVE no nos conecta con nuevas ciudades, simplemente acorta nuestra distancia con Madrid en una hora. Todos los analistas coinciden en que esa aproximación refuerza la posición la ciudad en el mapa de las comunicaciones, multiplica nuestras potencialidades de desarrollo y fortalece la oferta turística. De hecho, la apertura de innumerables hoteles en la ciudad en los últimos años se fundamenta en buena medida en las perspectivas que se abren para su negocio con la llegada del AVE. ¡Y todo por sesenta minutos! Ya lo dijo Napoleón: el tiempo es el gran arte del hombre.

Pero no sólo se trata de reducir distancias. Acortar el trayecto Málaga-Sevilla, por ejemplo, tendría como principal ventaja la comodidad de los viajeros, pero ni para nuestra ciudad ni para la capital autonómica resultaría en ningún caso un cambio decisivo. Sí lo fue para Sevilla el AVE a Madrid, como lo será para Málaga. La conclusión es que, tras treinta años de desarrollo autonómico, la capital de España es más centro que nunca. Los ejes radiales siguen siendo los vectores del desarrollo y los transversales, como la A92, pese a su importancia, no han disminuido el protagonismo de aquellos.

Durante esta legislatura, la reforma estatutaria ha sido el foco de atención política en Andalucía. Para todos los partidos la virtud del nuevo Estatuto radica en tener las máximas competencias para depender menos de Madrid, por decirlo en términos coloquiales. Sin embargo, el consenso sobre la importancia de la nueva línea del AVE pone de manifiesto que lo que nos garantiza un futuro mejor es una relación más intensa con la capital de España. La realidad se impone a la política.

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