10 minutos

Si usted necesita atención médica quizá esté impidiendo el libre desarrollo de los pueblos oprimidos por España

Los pediatras y los médicos de familia estaban ayer de huelga, por cuestiones tan elementales como el tiempo de atención al enfermo -10 minutos- y el acceso a las pruebas diagnósticas. Esta huelga coincidía con la que mantienen los médicos en Cataluña, por motivos similares, todo lo cual nos lleva a pensar en la degradación de la medicina española, y en la mayor desasistencia de las capas bajas de la población, cuyo único recurso es éste del seguro. En otro momento -quizá en otro país-, este problema habría sido una sólida reivindicación de la izquierda. Pero la izquierda española, desde hace más de cuatro décadas, anda perdida en el bosque umbrío de la identidad, de modo que las grandes cuestiones económicas se han aplazado para atender a las regiones más prósperas -y más conservadoras, por cierto- de España.

Es tal la naturalidad con que la izquierda ha absorbido el discurso gregario y xenófobo de los nacionalistas, que hace una semana el ministro Marlaska advertía en Bilbao, ¡en Bilbao!, del peligro de que "la xenofobia supremacista llegue a España". Lo cual sólo puede significar una cosa: que el ministro de Interior ignora el significado tanto de la palabra xenofobia como del término supremacismo. Con un presidente ágrafo y racista al frente de la Generalitat, y con la conocida simpatía por el maketo de los chicos de ETA (aquella progenie estulta y criminal del racista Arana, trufada de leninismo), parece que la advertencia del señor ministro llega, cuando menos, cuatro décadas tarde. Pero esta ignorancia del señor ministro nos sirve pare explicar ese continuo y llamativo olvido de los desfavorecidos, sepultada por la urgencia cantonalista. Incluso el partido del señor Echenique anda mucho más preocupado por el ser de los vascos y los catalanes (de los verdaderos vascos y catalanes, ojo), que de un cierto reequilibrio económico, recogido melancólicamente por la Constitución española, una Constitución franquista, como sabemos, en su artículo 31.

De modo que si usted necesita atención médica quizá esté impidiendo -ahí es nada- el libre desarrollo de los pueblos oprimidos por España. Esos diez minutos que egoístamente reclaman los médicos para sus pacientes pueden ser cruciales para la felicidad de nuestras razas más puras y sublimes. Y encima el señor Marlaska, desde su privilegiado otero, prevé otra invasión xenófoba y supremacista. Ya lo advertía don Francisco de Quevedo: no hay que fiarse, nunca, de los médicos.

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