¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

lmolini@grupojoly.com

El mitin de Vox

Si Vox consigue tantos votos como banderas hay en sus mítines dará la campanada. Algunos hablan de 70 escaños

Muchos habíamos dado por muerto al meeting, una práctica política vinculada en sus orígenes al radicalismo británico, pero que con el tiempo fue adoptada por los partidos de todo pelaje y nación. "Antes de entrar, los asistentes dejan el cerebro en el vestíbulo", decía un buen amigo de juventud. No le faltaba razón: en los mítines, como en las estampidas de bisontes, las personas pierden su individualidad y se convierten en masa enfervorizada. Por su aclamación pelotera y sumisa y por su encumbramiento de un líder por encima de cualquier racionalidad, suelen representar el punto más bajo de la democracia, su fondo de freidora. Por eso muy pocas gentes lo echaban de menos desde que las nuevas formas de hacer política lo habían convertido en un desganado ejercicio de acompañamiento al candidato, en locales pequeños y pensado exclusivamente para extraer un par de titulares de digestión rápida en los telediarios.

En el pasado, los mítines eran grandes fiestas campestres en las que se jamaba, bebía e, incluso, con mala suerte, se podía oír cantar a Miguel Ríos o a Víctor Manuel y señora. Nada que ver con el nuevo formato televisivo con juventudes multirraciales meneando las banderas detrás de los candidatos y asintiendo a sus fakes. La memoria política de España está llena de plazas de toros abarrotadas de sombreros y aplausos, desde Lerroux y Azaña hasta Fraga y Felipe.

Muchos dábamos por muertos los mítines, decíamos. Pero nos equivocamos una vez más. El pasado miércoles, ante una horrorizada progresía, hemos visto como el Vox rampante de la reconquista y la Escuela de Chicago (un cóctel que, por su extrañeza, está a la altura del Gunpowder Plot) conseguía la proeza de llenar el auditorio del Palacio de Congresos de Sevilla (Fibes) que diseñó Vázquez Consuegra, uno de los arquitectos favoritos del socialismo andaluz. Vox ha recuperado el mitin para la praxis electoral y ha encendido todas las alarmas, especialmente en los otros partidos que compiten por el trono de la derecha. No es fácil llevar más de 3.500 almas a Fibes, un lugar al que la mayoría de los sevillanos no sabe llegar. Esto de Vox cada vez bulle más. Si consiguen tantos votos como banderas hay en sus mítines dará la campanada en la fiesta de la democracia del próximo domingo (algunos hablan de 70 escaños). Lo sentimos mucho por los intelectuales de izquierda que han impulsado el manifiesto 28 de abril. Tú decides. Ya no hay respeto por la cultura.

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