El puchero

Teresa Santos

La modernidad y la reforma laboral

ME gustó la idea de empresa que, el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, trasladó a los asistentes el día de su intervención en el Forum Europa. De la Torre expresó su malestar por el modo en el que recogen algunos libros de texto las relaciones entre empresarios y trabajadores. El proletariado frente a la patronal, como si unos fueran lobos y otros corderos. De la Torre sacó de su imaginario a un empresariado comprometido con su proyecto y su ciudad, que cuida de sus empleados y los hace sentirse participes en la empresa.

Parece increíble que un mismo proyecto político pueda agrupar a personas innovadoras y modernas y a sus contrarias. Hoy por hoy ganan las tesis de las contrarias. Ahí queda esa reforma laboral de la que, sin duda, tendrán que dar cuentas a la historia. Pero eso será en el futuro, en el presente, de momento el Real Decreto Ley 3/2012 lo único que nos deja claro es que los empresarios pueden ser innovadores o no pero van a poder despedir barato y aplicar fácilmente el despido objetivo, van a poder modificar sustancialmente las condiciones de trabajo e implantar la movilidad funcional y geográfica, y cuando decidan hacer un ERE éste no tendrá que pasar por el molesto control de la autoridad laboral. Ahora, con las posibilidades que se han puesto en sus manos, vamos a comprobar cuánto de innovadores y modernos tienen nuestros empresarios.

En los bufetes laboralistas no dan crédito a lo que está ocurriendo. La mayoría opinan como la catedrática de Derecho Constitucional María Luisa Balaguer que "esta reforma se carga de pleno el derecho laboral al no proteger la estabilidad en el empleo, y no tener en cuenta que no hay igualdad de fuerzas entre empresarios y trabajadores".

Pero el momento es el que es. La crisis parece que puede justificarlo todo. Palabras como "conciliación de la vida laboral" a las que se aspiraba antes de ayer, ahora parecen utopías inalcanzables. Como lo es eso de tirar todos juntos del mismo carro. Para eso sería necesaria una visión como la de Francisco de la Torre, un mundo empresarial que en su conjunto, tenga muy en consideración a sus empleados y los estimule en un proyecto del que sientan que forman parte.

De momento, los empresarios, por si el Gobierno con esta reforma lo que quiere es trasladarles la responsabilidad de crear empleo, ya han advertido que esto no ocurrirá de la noche a la mañana, entre otras cosas porque aún está por resolverse el problema de la financiación y del crédito.

Esperemos que la reforma no acabe siendo simplemente una herramienta para despedir a los que más cobran y luego poder contratar en precario. Los sindicatos de momento no se atreven a convocar una huelga general sin saber el poder de convocatoria que tienen. Es la consecuencia directa de años de burocratización y clientelismo.

¿Qué ha quedado de aquellos fuertes sindicatos de la transición? Alguna reflexión tendrán que hacer de cara al futuro, porque sin fuerza no tienen sentido.

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