La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

De momias, dictadores y homenajes

Lenin, Stalin y Mussolini reciben homenajes en sus tumbas. Ya se verá qué pasa con Franco

El destino final de los restos de Franco será similar al de los de Salazar. Les une que ambos fallecieron ocupando el poder. Salazar fue enterrado sin pompa en su localidad natal junto a las tumbas de sus padres y Franco lo será en el mausoleo en el que está enterrada su esposa. Eso sí, 44 años después de su fallecimiento.

Franco no había expresado su voluntad de ser enterrado en el Valle de los Caídos, aunque los historiadores discrepan en este punto. Según Preston, el día de la inauguración del Valle de los Caídos le dijo al arquitecto que algún día él descansaría allí. Según la mayoría de las fuentes, fue una decisión de Arias Navarro. Franco no dejó nada escrito sobre ello en sus últimas voluntades y a su entorno más próximo le daba miedo o reparo preguntarle cuando su salud declinaba. En esto se repiten los casos de Stalin y Salazar. Tras sufrir un ataque, Stalin estuvo tirado en el suelo un día entero sin que nadie se atreviera a abrir la puerta y, cuando por fin lo hicieron, sus aterrados colaboradores tardaron 24 horas en llamar a un médico. Salazar estuvo enfermo y apartado del poder desde 1968, pero nadie se atrevió a decírselo: murió en 1970 ignorando que lo había sustituido Caetano, creyendo que seguía gobernando. También murieron ocupando el poder Lenin, cuya momia sigue expuesta en su mausoleo, y Stalin, cuya tumba presidida por un gran busto ocupa un lugar de honor en la Necrópolis del Muro del Kremlin recibiendo honores, flores y visitas. Distinto fue el destino de los cadáveres de los dictadores vencidos. Tras su suicidio, el de Hitler fue quemado por sus fieles y los rusos hicieron desaparecer los restos. El de Mussolini, tras ser fusilado y exhibido colgado por los pies en la plaza de Loreto de Milán, sufrió una serie de rocambolescos enterramientos, desenterramientos y ocultaciones hasta que en 1957 fue enterrado en una cripta presidida por su busto en el cementerio de Predappio, su localidad natal. Se abre al público tres veces al año para "conmemorar" su nacimiento, la marcha sobre Roma y su muerte. Recientemente el alcalde, de la cuerda de la extrema derecha populista de Forza Italia y Fratelli d'Italia, anunció que la mantendría abierta siempre considerándola "una importante fuente de ingresos por turismo" gracias a la nostalgia de los neofascistas y a la moda del necroturismo. Ya se verá qué pasa con Franco y qué se hace con el Valle de los Caídos.

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