El zoco

juan lópez cohard

Los muertos no se tocan

El Gobierno ha aprobado el Proyecto de Ley de Memoria Democrática que, según el ministro de Presidencia Felix Bolaños, es una ley que garantiza no repetir etapas negras como la Guerra Civil y la Dictadura de Franco. No hay ninguna norma, que garantice no repetir enfrentamientos si no es verdaderamente democrática, esto es, si no está consensuada como fue el caso de la Constitución del 78.

Este Gobierno es juez y parte en la redacción de dicha ley. Porque no se limita a recoger para su estudio los hechos asépticamente, sino que los juzga desde su óptica de izquierdas y republicana. De esa forma la tal memoria solo va a servir para recordar, remover y avivar los rescoldos de los sucesos nefastos acaecidos en la década de los años treinta del pasado siglo. Porque no se puede hacer una ley para juzgar solo desde el año 36 hasta el fin de la dictadura. El golpe militar no nace espontáneamente. Hay un preámbulo que pone los cimientos de los sucesos posteriores.

Recordemos algunos hechos. Gil Robles deja constancia en el diario de sesiones de las Cortes del 16 de junio de 1.936: "Desde aquellos cuatro meses (elecciones de febrero de dicho año) se habían quemado 160 iglesias, se habían cometido 269 asesinatos, básicamente políticos, y 1.267 agresiones de diferente gravedad. Habían sido destruidos 69 centros políticos, había habido 113 huelgas generales y 228 huelgas parciales y habían sido saqueadas las redacciones de 10 periódicos." Pero ya antes, en 1933, se ponían las bases de lo que podía ocurrir. En una carta del Partido Comunista de España, Comité de Madrid, a la Agrupación Socialista de Madrid, se afirma: "La democracia no es un fin en sí misma, sino un medio para alcanzar la conquista del nuevo Estado. Cuando llegue el momento, o se someterá el Parlamento o lo eliminaremos". (Recogido de La Guerra Civil Española de Hugh Thomas). Los comunistas actuales siguen pensando lo mismo: la verdadera democracia es la democracia socialista, o sea, la dictadura comunista.

La historia, para bien o para mal, no la borra nadie por mucha norma que lo intente. Es como la religión, 75 años de comunismo ateo no consiguieron hacer olvidar a los rusos sus raíces cristianas. El Gobierno conseguirá con esta ley, si sale adelante, el efecto contrario al perseguido. Hasta que Zapatero sacó a relucir a su abuelito, los españoles nos habíamos olvidado de la República, de Franco y de la Guerra Civil. A partir de que la izquierda comenzara a remover huesos, Franco ha resucitado y ahora, después de tantos años fenecido, le quieren enjuiciar. Algo así como el proceso que Bertolt Brecht le hizo al general Lucullus. Si bien la obra es un magnífico alegato contra la guerra, no deja de ser un desvarío. En el "Proceso de Lucullus", los jueces elegidos para juzgar al laureado general son: una vendedora de pescado, una prostituta, un maestro de escuela, el panadero y un campesino. Con ese tribunal ¿qué sentencia podía salir? Lucullus, que había conquistado reinos para Roma y que había sido aclamado por el pueblo romano en numerosas ocasiones, fue condenado al inframundo. Pero, pese a la sentencia, Lucullus sigue estando en la historia como héroe.

Moraleja: "Los muertos no se tocan, nene" que le diría Rafael Azcona al ministro Bolaños.

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