Atan solo seis semanas y media de la contienda electoral, mi sentido común me pide distancia. La actualidad se llena de denuncias de unos contra otros. Es mucho lo que está en juego el 22 de mayo. Ayer, Remedios Martel, ya como delegada del Gobierno andaluz en Málaga, abogaba por la victoria de María Gámez en la Alcaldía de Málaga, para que se diera la sintonía de colores necesaria entre las tres administraciones: local, autonómica y central que Málaga necesitaría para ser impulsada. Me causó extrañas sensaciones tal planteamiento.

Seguramente la ciudadanía es la que sale peor parada de las posiciones de enfrentamiento político entre Junta y Ayuntamiento de Málaga. La ciudad enfrentaría su futuro de otra manera si por el bien de todos fueran capaces de llegar a un consenso de forma rápida y fluida en los grandes proyectos pendientes en la ciudad. Esto no quiere decir que nuestra clase política afanada en la gestión, tanto a nivel local como andaluz, tenga que acabar teniendo la misma opinión o que renuncie a pensar desde su propia ideología, sino que en una profundización de la democracia aun pendiente aprenda a renunciar a algo a cambio de obtener un consenso que permita una gobernabilidad menos salpicada de crispaciones y de denuncias que tanto desconciertan a la ciudadanía.

Tal vez Remedios Martel prefirió ayer obviar las muchas encuestas de opción de voto que dan ventaja al Partido Popular. Hoy por hoy es hacer ciencia ficción pensar en una sintonía de colores, sobre todo pensando que a las municipales seguirán las elecciones autonómicas y generales.

Más vale optar por la gobernanza. Ayer María Gámez señalaba que durante los tres años que ha estado al frente de la Delegación del Gobierno andaluz en Málaga ha tratado de que las relaciones institucionales hayan cuidado el tono, evitando la crispación. Es un paso, importante sin duda, cayendo la que está cayendo, pero la gobernanza es muy exigente. Exige lo mismo a cada una de las instituciones que han de ponerse de acuerdo en algo, y claro está, esto es el cuento de nunca jamás.

Ahora la pelea es por el futuro gobierno de la ciudad. No es momento de consensos. Oiremos de todo en estas seis semanas y media.

Seguramente el Partido Popular seguirá erre que erre insistiendo en que desde el Partido Socialista se ha orquestado una campaña contra su gestión municipal. Qué va a decir, si entre las personas cuestionadas por la oposición parece estar una edil intocable, Teresa Porras, una concejal que se mueve de maravilla entre colectivos vecinales, en zonas de Málaga donde el voto del PP no está tan claro como al este de la ciudad.

Todo se entiende en clave política, pero entender no significa justificar.

La candidatura de Francisco de la Torre, que seguramente ya se habrá gestado, nos dará la clave para saber con quiénes cuenta para formar un nuevo equipo.

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