¿Era necesario?

La formación de Podemos ha mantenido durante estos dos largos meses una completa ficción

Egranada, con ocasión de un de los frecuentes conflictos internos del PSOE en aquella provincia, un veterano militante me dijo: "Lo único bueno de la situación es lo mal que se está poniendo". Y llevaba razón. A veces los conflictos políticos no se arreglan hasta que no han llegado a una situación límite y no se ha visto la profundidad del precipicio. Eso también ha pasado en las negociaciones para la investidura del presidente del gobierno; no han comenzado a enderezarse hasta que no se ha llegado a una posición imposible.

Aunque los artículos políticos, como las crónicas deportivas, no deben de escribirse hasta que la competición ha terminado, asumo el riesgo de la anticipación, (escribo en sábado) y considero que la próxima semana tendremos presidente de gobierno o poco le faltará. Existe más elementos para pensar que al menos el riesgo de unas nuevas elecciones se ha alejado, aunque la capacidad de complicación de estas conversaciones puede ser infinita. Ante esta situación cabría preguntarse : ¿Era necesario este prolongado enredo? No se explica bien tanta confusión, tanta ocultación y tanto reproche para concluir en un acuerdo de gobierno tan evidente. Han sido unas conversaciones excesivamente lentas, con escaso dinamismo. La proximidad de las elecciones municipales y autonómicas lejos de justificar este ritmo aconsejaban acelerar los acuerdos al máximo para evitar dar la sensación de que el gobierno del Estado podía entrar en la red de equilibrios de otros pactos. El PSOE, que evidentemente tuvo un gran éxito electoral, se creyó con más fuerza de la que realmente tenía y empezó por pretensiones excesivas. Es cierto que desde el pacto a la portuguesa a la gran coalición alemana hay todo un muestrario de fórmulas de entendimiento pero no hay razón para empezar por la menos realizable. La formación de Podemos ha mantenido durante estos dos largos meses una completa ficción. Sabiendo desde el primer día que el futuro papel de Pablo Iglesias era el principal escollo ha necesitado todo este tiempo para llegar a lo que parecía inevitable. Ha sido necesario su inmolación pública y la exhibición de su generosidad para poder avanzar en las negociaciones. La propia consulta a los inscritos, que no sé en qué papel quedan ahora, fue una sobreactuación innecesaria que vino a complicar más que a esclarecer. Al final todo puede salir bien, pero el desgaste sufrido por la clase políticas ante la sociedad, aunque no es irreversible, ha sido innecesario.

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