El nombre de las calles

Lejos de ser una anécdota sin importancia, que vuelvan los apellidos Millán Astray es un síntoma preocupante

Haríamos mal en pensar que la reposición del nombre de Millán Astray a una calle madrileña no es más que una anécdota sin mayor importancia que no debe suscitar preocupación alguna. Sería un error creer que la denominación de los espacios públicos y su significado es un tema que hace tiempo que dejó de interesar a la ciudadanía y bien haríamos en ocuparnos de cosas más importantes. Tampoco cabe mirar para otro lado, escudándose en que la reimplantación de los apellidos del fundador de la Legión en pleno agosto madrileño es tan solo el fiel cumplimiento de una decisión judicial. No es así.

Es difícil entender la visión histórica de los jueces sentenciadores que han llegado a la conclusión, contra el criterio de la mayoría de los especialistas y obviando testimonios y documentos, que el militar en cuestión "no participó en las acciones bélicas durante la Guerra Civil ni en la represión de la dictadura". Resulta que el que fue jefe de propaganda del aparato golpista y el que arengaba a sus tropas para que demostraran su hombría ante las mujeres rojas y comunistas sin su consentimiento, no hizo méritos suficientes para ser considerado un actor destacado de la sublevación franquista.

Pero más allá del estupor que la sentencia pueda causar, lo más alarmante ha sido la resignada y pronta reacción del Ayuntamiento de Madrid para cumplimentar rápidamente el mandato judicial. Es evidente que para Vox y sus voxeros esta sentencia sabe a triunfo, pero de los otros grupos de derechas que conforman la mayoría de gobierno municipal cabría esperar una actitud menos sumisa y pronta. No se trata de plantear la desobediencia a la decisión judicial, pero sí al menos buscar la fórmula, mediante la interposición de un recurso, para que el nombre de ese general no figure en el callejero de la capital de España. Además los ayuntamientos mantienen la exclusiva competencia para la designación de las calles y espacios públicos de sus municipios y es perfectamente posible que el pleno municipal, cumplidos los trámites reglamentarios, sin errores ni omisiones, pueda deshacer el entuerto judicial causado. Los nombres de las calles son en muchas ocasiones el exponente de la sensibilidad de sus ciudadanos y expresan sus inclinaciones, aficiones, y sentimientos y su historia. Por eso el hecho de que los apellidos Millán Astray vuelvan a aparecer en los rótulos de una calle de Madrid, lejos de ser una anécdota sin importancia me parece un síntoma preocupante.

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