Alto y claro

José Antonio Carrizosa

jacarrizosa@grupojoly.com

La noria gira

En contra de lo que se dijo no hace tanto, ni las mayorías absolutas ni el bipartidismo están muertos y enterrados

Cientos de artículos y más de un sesudo tratado de ciencia política proclamaron hace muy pocos años que en España habían terminado para siempre las épocas de las mayorías absoluta y que el bipartidismo había quedado muerto y enterrado. Era el resultado de la profunda fragmentación social que había traído la primera gran crisis financiera del siglo y del agotamiento del modelo político de la Transición, que se había traducido en una especie de turnismo imperfecto entre los socialistas y el Partido Popular. La aparición de Podemos y la salida a la escena nacional de Ciudadanos pusieron firma a ese certificado de defunción e inauguración de la época de las coaliciones y los acuerdos de geometría variable.

Pero en la política, como en la vida, no hay que dar nada por definitivo y la noria unas veces te sitúa arriba y otras abajo. De pronto, todo lo dicho no vale para nada y volvemos donde estábamos. Juanma Moreno demostró el 19 de junio en Andalucía que si se da el cóctel de circunstancias adecuado se puede machacar en las urnas y tener un horizonte de cuatro años por delante sin nadie que lo dispute. Ese cóctel perfecto consiste, básicamente, en hacer las cosas moderadamente bien -por lo menos, algunas cosas- y que los otros las hagan todas fatal. Y lo que ha ocurrido en la región a partir de 2018 es un claro ejemplo de que estas circunstancias pueden darse.

No sólo es la mayoría absoluta la que vuelve a presentar sus credenciales en la política española. El bipartidismo que se había dado por felizmente finiquitado parece que está otra vez aquí y que tiene voluntad de quedarse algún tiempo. Se ha discutido mucho esta semana si el cara a cara del Senado entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo lo ganó el presidente del Gobierno o el líder de la oposición. En cualquier caso, sería una victoria a los puntos. Quien ganó de verdad por KO fue el bipartidismo. Allí importaba el duelo entre los dos candidatos con posibilidades de estar dentro de un año largo en el Palacio de la Moncloa y todos los demás estaban de comparsa. Lo dicen las encuestas y la actualidad del día a día: los que llegaron para romper el bipartidismo se ha disuelto como un terrón de azúcar. Ciudadanos en sentido casi literal: se empeñó en cometer error tras error hasta la consunción. Podemos está en una deriva de autodestrucción también notable, con Yolanda Díaz amagando y no dando en medio de un desconcierto absoluto. Y Vox da síntomas de haber tocado, al menos de momento, techo. Sólo le queda bajar para convertirse en lo que en realidad es: el partido de una minoría de derechas muy radicalizadas. Todo apunta a la que la noria parece dispuesta a completar otro giro.

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