Leo en el adelanto publicado por El País que la nueva asignatura de Historia de España que ha dispuesto el Gobierno aborda la "diversidad identitaria" en materia de "sentimiento nacional", analiza la influencia de las ideologías y creencias religiosas en la evolución política del Estado y las "reacciones antidemocráticas" que generaron, el golpe de Estado, la Guerra Civil y la dictadura de Franco. Sobre la primera cuestión me pregunto si se abordará la proclamación de independencia catalana de 1931 y 1934, el llamado "complot de Estat Catalá contra Companys" de 1936, el grotesco intento de independencia de 2017 o los escritos de Azaña sobre la cuestión catalana.

Sobre la segunda cuestión -las "reacciones antidemocráticas contra la II República- me pregunto si se estudiará lo proclamado desde el ala radical del PSOE por Largo Caballero desde el mismísimo 1931 (lo más conocido: "Tenemos que luchar, como sea, hasta que en las torres y en los edificios oficiales ondee, no la bandera tricolor de una República burguesa, sino la bandera roja de la Revolución Socialista", 1933), la revolución de 1934 o el papel del PCE y los anarquistas durante los últimos dos años de la República y la guerra. Si se pondrá a los escritores cantores de Stalin, hasta ahora históricamente indultados, junto a los justamente puestos en la picota cantores de Franco. O si se estudiarán los textos de Manuel Chaves Nogales (A sangre y fuego), Carlos Morla Lynch (España sufre), Clara Campoamor (La revolución española vista por una republicana) y Azaña (Diarios de guerra); o si, para resumir todo lo escrito por los "hunos y los hotros" (Unamuno) será de lectura obligatoria el excepcional Las armas y las letras de Trapiello. ¿O acaso se considerarán textos "revisionistas"? Recuérdese que el portavoz del PSOE en el Ayuntamiento de Madrid, Pepu Hernández, se opuso a la concesión de la medalla de honor del Consistorio madrileño a Trapiello por "el revisionismo de la historia que representa".

A falta de información más detallada temo lo peor. Porque en estos últimos años estamos padeciendo -afortunadamente de forma atenuada y con contraste de opiniones porque estamos en democracia- una reescritura del pasado parecida a la que tuvimos que padecer durante 40 años. ¿O no acaba de afirmar Preston que "en la República nadie con poder militar o político abogó por el exterminio"?