La tribuna

pablo A. Fernández Sánchez

Los nuevos comisarios europeos

QUIZÁS la Comisión Europea sea la institución más conocida de la Unión Europea, porque tiene el poder de iniciativa legislativa, las competencias de control del Derecho de la Unión y la ejecución del presupuesto, entre otras facultades, lo que no es poco. La mayoría de los ciudadanos europeos pueden conocer al presidente de la Comisión aunque no conozcan al presidente del Consejo Europeo.

Sin embargo, el poder del presidente de la Comisión se ve muy mermado desde el punto y hora en que no es elegido por los ciudadanos sino por el Consejo (es decir, por los estados), que usan sus prerrogativas de forma impúdica para alcanzan mayores cuotas de poder, para manejar a un estómago agradecido o para incorporar a algún dinosaurio incómodo de sus filas nacionales, para que hagan las funciones de Comisario. A muchos se les pagan los servicios prestados.

El Parlamento salido de las urnas del pasado mes de mayo es el que elige al presidente de la Comisión, a propuesta del Consejo. La realidad es que son los grandes partidos europeos (que coinciden con los nacionales Partido Popular y Partido Socialista), los que normalmente se reparten el poder. En esta última ocasión, mientras que el designado presidente de la Comisión (Juncker) es del Partido Popular, el presidente del Parlamento (Schulz) es del Partido Socialista. Todos contentos.

Ahora viene el segundo nivel. Deben ser designados los nuevos comisarios, uno por Estado miembro, lo que convierte a la Comisión en un amplio círculo cuasi asambleario. Además, el que los propone es el presidente de la Comisión pero deben aprobar el examen del Parlamento y deben ser nombrados por el Consejo.

Este extraño sistema sirve para que las vergüenzas de los gobernantes afloren o se escondan. Casi siempre, para lo segundo.

En las propuestas de la Comisión que se está formando en estos momentos, los gobiernos no han tenido pudor en incorporar a personalidades que tienen muchos méritos profesionales pero muy pocos méritos morales para ser nominados. Además, han exigido unas carteras acordes con intereses bastante espurios, no sólo de sus respectivos Estados sino, incluso, de carácter personal.

Vayan algunos ejemplos. Jonatham Hill, a propuesta del primer ministro británico, Cameron, ha sido designado como candidato a Comisario de Estabilidad Financiera, Servicios Financieros y Mercado de Capitales. Su historial es corto pero contundente. Conservador extremo, antieuropeo (o, quizás, euroescéptico) y partidario de la devolución de competencias de Bruselas al Reino Unido. Procede del sector privado y de la City londinense, el mayor imperio financiero del mundo (más del 40 % del mercado financiero es realizado en la City) y a la que tiene que vigilar. Es como poner a un lobo a guardar corderos. El Parlamento Europeo le ha llamado para una segunda ronda de debates para su posible confirmación porque no le ha convencido su primera exposición.

El caso más conocido en España es el de Miguel Arias Cañete, que pretende dirigir la Comisaría de Energía y Cambio Climático. Es uno de los que más dudas suscitan en el arco parlamentario europeo. No sólo no le creen capaz de liderar los asuntos del cambio climático, en el que no cree, sino que se considera que tiene conflictos de intereses en el sector energético. Es verdad que hace unos días ha vendido sus acciones en dos compañías de distribución de petróleo. Él se defiende indicando que se trata tan sólo de dos pequeñas compañías de bunkering y no de exploración o extracción de petróleo. Además, ha argumentado que el hecho de que su cuñado, ahora, dirija una de estas compañías, no significa que se sienta ligado porque un cuñado no es "familia directa". Ha pasado el control de la Comisión de Asuntos Jurídicos y le queda, aún, el control de la Comisión de Medio Ambiente y Energía, de la que se esperan mayores rigores.

Tibor Navracsics, húngaro, propuesto para Educación, Cultura, Juventud y Ciudadanía, es decir, promoción de la Europa de los ciudadanos, él, que ha sido el responsable de tantas reformas de la justicia de su país, realizado con profundo desagrado de la Unión Europea, incluyendo las ley húngara que debilita tanto la libertad de prensa o que ha defendido el régimen autoritario del Gobierno húngaro, en su posición de ministro de Asuntos Exteriores. Y así, podríamos seguir con Cecilia Malmström, sueca y anterior Comisaria de Asuntos Internos, es decir, inmigración, y bajo cuyo mandato se produjeron las catástrofes humanitarias más lamentables que se conocen en el mundo de la inmigración, como han sido las de Lampedusa.

En definitiva, los populares europeos están que trinan porque los más cuestionados son los de sus filas. Por ello, han llamado al orden a los socialistas europeos. Si no salen sus candidatos, tampoco saldrán los candidatos socialistas, como el Comisario francés, Pierre Moscovici. Por tanto, esta semana, seguramente, veremos una nueva merienda de cuellos blancos.

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