De los muchos oasis que hay en Cenacheriland hay dos que me despiertan simpatía. El chiringuito Oasis que desde antes de la "era Algarrobico" abría todo el año en el Paseo Marítimo Picasso, un lugar de pescaíto con vistas. Más metidos en cemento, el Oasis de Juani, en calle Cerrojo, cocina familiar y buen trato. Allí Juani también está peleando con la levantera y la cerradera. La hostelería va de aquella manera y su público también, porque, aunque no se sea muy de bares tertulianos, el cafelito, los buenos días, el vistazo en papel a la prensa del día es donde late el pulso de lo que pasa y las barras de bar son muros de ánimos y lamentaciones más convincentes que los espejos "me gusta" de las redes sociales y otras felicidades de plástico. Cara a cara es donde se percibe la realidad.

Levantar una empresa del sector que sea en nuestro ecosistema micropyme es un desvelo al alcance de muy pocos. Nada sale como se planea, a veces incluso mejor, pero entre resúmenes ejecutivos, trámites, financiaciones, captación de clientes y flautas de Hamelin, la mortandad empresarial echa para atrás hasta a los mejor preparados. La diosa Fortuna no se digna a medirse en una hoja de cálculo. En un escenario normal pocas iniciativas empresariales superan los tres años de mala vida. Injusta imagen del empresario aparte no será por el empeño que le ponen los protagonistas y el asesoramiento de instituciones como la Asociación de Jóvenes Empresarios (AJE), la Confederación de Empresarios de Málaga (CEM), El Instituto Municipal de Fomento de Empleo (IMFE) , los CADEs de Andalucía Emprende, Link by UMA, el Polo Nacional de Contenidos Nacionales, Escuelas de Negocio varias y ATA la asociación que se parte la cara por los autónomos. Hay muchos expertos y asesores que acompañan a la persona que se decide por el autoempleo. Todos los Inditex, Mayorales y Mercadonas comenzaron con un líder y su sueño. La plaga del coronabicho extermina incontables puestos de trabajo, un paro galopante a lomos de ERTE y ERE. Entre esas decenas de miles de infortunios figuran muchos empresarios y empresarias de Málaga que han tirado del carro del empleo. Una especie en extinción que no aspira al paraíso funcionarial y en estas circunstancias también merece ayudas, consideración y sino un oasis, un respiro financiero fiscal. Pero primero va la salud, incluida la mental.

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