Mirada alrededor

Juan José Ruiz Molinero

jjruizmolinero@gmail.com

Cuando el odio se impone

Las luces navideñas no pueden ocultar terrorismos, guerras, éxodos desesperados en una cruel crisis humanitaria

En estos días en los que millones de personas celebran la Navidad, crean o no en ella, no podemos olvidar que formamos parte de una aldea global que vive uno de los momentos más dramáticos desde la Segunda Guerra Mundial: estamos hablando cada día del terrorismo yihadista que, en sus diversas formas, asola no sólo a Europa, sino que extiende su siniestra mano en el seno de muchos países islámicos, del que parten; de guerras interminables, como la de Siria, que ha costado varios centenares de miles de muertos -como ocurrió en Iraq, con la invasión norteamericana-, en la que los niños han sufrido la peor parte, y que ha originado un éxodo millonario de personas huyendo de la muerte segura, la que le proporcionan sus gobernantes y aliados, los que apoyan a regímenes dictatoriales o azuzan, protegen y arman a los rebeldes, para que pueda mantenerse un conflicto que no tiene solución bombardeándose mutuamente, matando inocentes, asesinando en un festín de sangre en el que participan y buscando más inocentes en otros continentes, como ocurre con Europa. La llamada 'primavera árabe' ha sido un fracaso total, con alguna excepción como Túnez.

Decía que el drama de los refugiados que huyen de todos los horrores -Alepo, por ejemplo- se ha convertido en la catástrofe humanitaria más grave desde la Segunda Guerra Mundial. Los que no se han ahogado en su huida, los rechazan en los países que los han acogido. En Alemania y en toda Europa la ultraderecha xenófoba gana adeptos cada vez que se produce un acto terrorista de origen islamista, confundiendo a refugiados con terroristas en potencia. En la última masacre en Berlín algunos líderes de la extrema derecha, que se abre paso peligrosamente en Europa, han sido capaces de calificarlo como 'los muertos de Merkel'. El terrorismo islamista le está haciendo el juego a los extremismos europeos.

Los graves y complicados problemas de los últimos tiempos no se solucionan con simplismos ni con bombas. Las luces que iluminan estos días al mundo occidental no pueden hacer desaparecer la oscuridad de un drama global inconmensurable que, a veces, roza a Europa con esos atentados fáciles, a la mano de cualquier desalmado, pero que se asoma a las pantallas televisivas y a los medios de comunicación, día a día, rubricada por las miradas conmovedoras de miles de niños que no pueden comprender tanta crueldad, tanto rechazo y tanta inhumanidad que les rodea, esperando la muerte cercana o el hambre, el frío, el rechazo del otro mundo añorado que se ilumina de colorines estos días, pero que los ve como una carga o un peligro para su futuro, en el que el odio parece crecer como ha crecido en otros momentos de la peor historia de la Humanidad.

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