El origen oculto

Aunque los países no sean culpables, sí lo son de esconder información crítica a los demás

Hace de esperar que, cuando empiezan a descender los índices del coronavirus, nuestras prioridades vuelvan a ordenarse. De ahí que muchos empiecen a buscar las causas que han provocado esta pandemia, sobre todo para que no vuelva a repetirse. Y nuestras miradas se han vuelto hacia China, lugar de origen de todo lo ocurrido y país que debería ser el más interesado en el esclarecimiento del problema. Pero su primera reacción ha sido la de negarse en rotundo a una investigación internacional y eso, de entrada, ni es adecuado ni tranquilizador, y las reacciones pueden ser desastrosas.

Durante años China pasó, de un régimen liderado por Mao, que se negó a pagar su deuda con los EEUU, al país al que más adeudan los demás. Y esto es hoy un arma de doble filo. Entre otras cosas porque la situación actual, en caso de exigirse daños por haber mantenido en secreto el origen de la pandemia durante días y anular al médico que dio la voz de alarma, podría provocar la cancelación unilateral de la deuda por parte de los países afectados. Porque, aunque los países no sean culpables de las enfermedades que se produzcan en sus territorios, sí lo son de esconder información crítica a los demás.

Por ello es curioso que todos los países europeos estén debatiendo sobre como resolver la situación financiera actual y nadie quiera dirigirse al causante. La pregunta es ¿tienen los españoles que soportar una crisis que ellos mismos no han provocado?, es más, ¿tienen los europeos que resolver sus problemas económicos cuando ellos no son los responsables? Probablemente estas frases puedan parecer duras pero, cuando no se buscan las causas se acaba siendo cómplice de las mismas.

Ciertamente nuestros gobernantes están hoy noqueados por la inmediatez de los acontecimientos, y se ven incapaces de gestionar un problema global. Pero eso siempre podrá ser resoluble en las próximas elecciones, y esa es la virtud de la democracia. Por ello conviene que las democracias occidentales se pongan serias ante una dictadura comunista como la de China, que se niega a dar explicaciones tras la Gripe A y el Covid-19, si queremos evitar que se convierta en el azote pandémico recursivo de la humanidad. Porque como decía el pensador griego Polibio: "Un estadista que ignora la forma en que se originan los acontecimientos es como un médico que no conoce las causas de las enfermedades que se propone curar".

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