Cambio de sentido

Poco original

Sólo la originalidad y responsabilidad de los políticos andaluces impediría el avance del retroceso

Hay novedades que, además de pésimas, no tienen ni mijita de originalidad. La ultraderecha de toda la vida (sí, la de don Pelayo, la de "viva la muerte", la que quiere volver a explicarnos a las mujeres lo que son los hombres de verdad) va a sentar a una docena de diputados en el Parlamento de Andalucía. Mucho estaban tardando, que una cosa es seguir manoseando el cliché de "que inventen ellos" y otra que nos adelanten por la extrema derecha Italia, Francia, Polonia o Hungría. En España, el PP había contenido el despiporre de la carcunda; en sus filas convivían controladamente -supongo que no sin esfuerzo- el liberalismo económico, el conservadurismo social y detritus ultramontanos como Abascal. La descomposición de la derecha ha dejado sueltos de pies y manos a estos antisistema ("antisistema", sí, su programa es una patada al corazón de la Constitución y a la propia idea de España como un país a la altura de los tiempos). Inocular miedo, odio al pobre y al diferente y a lo desconocido, violencia o inhumanidad es facilísimo; lo complicado y valeroso es tomar conciencia y consciencia. Que se lo digan a Goebbels, a Radio Mil Colinas en Ruanda, a los de las escabechinas que se montan por las redes cada poco. Los voxeros nada novedoso traen bajo el sol. Ni siquiera su fascinante truco (¡tatachán!) de retroceder hacia adelante.

Ni buenas ni nuevas: le quieren copiar a Trump el muro y ponerlo en Ceuta. Nostálgicos de los tiempos de las gloriosas ranas, su primer punto en Economía y Recursos es el Plan Hidrológico Nacional. Se apropian del tarro de las esencias, de las nociones de familia, España y hasta del que anduvo en la mar, en cuanto el pobre se descuida. Sus referencias a la Reconquista se retrotraen en bucle a la Baja Edad Media. Nos suenan estos tiros, y el duro retroceso de sus culatas. Está claro -razón llevabas, Antonio Machado- que no basta mover para renovar, ni renovar para mejorar, ni que nada hay absolutamente impeorable.

Hoy, 4 de diciembre, fecha grabada a sangre en nuestra Autonomía, me lamento del ascenso en las elecciones andaluzas de quienes no quieren que las vuelva a haber. Hoy, en vísperas del día de la Constitución, me duelo del ascenso de quienes quieren destrozarla. La originalidad y la alta responsabilidad de los políticos andaluces, sobre todo los de derechas, impediría el avance del retroceso. Eso sí que sería hacer historia. Sea -y tristemente no será- por Andalucía libre, España y la Humanidad.

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