Alto y claro

José Antonio Carrizosa

jacarrizosa@grupojoly.com

Un país bajo de moral

El Rey reivindicó una sociedad fuerte y bien estructurada al margen de las coyunturas políticas

El Rey se dirigió el martes, en el único discurso del año en el que es por entero responsabilidad de la Casa al margen del Gobierno, a un país bajo de moral: mal asunto. Felipe VI intentó insuflar a los que los escuchaban, antes de la tradicional cena familiar de Nochebuena, un poco de optimismo en las posibilidades de un país con una sociedad fuerte y unas instituciones que parecen resistirlo todo, pero que no tiene motivos especiales para el optimismo, ni por la situación política ni por el horizonte económico. En un momento de una enorme incertidumbre, a punto de formarse un Gobierno condicionado por las presiones de los que ni creen en España ni en su Constitución, el Rey intentó pasar de puntillas por una situación en la que claramente no está cómodo. Apenas una alusión a Cataluña como una de las grandes preocupaciones nacionales y un recordatorio de que es el Congreso el que otorga la confianza o la deniega al candidato a presidente del Gobierno enmarcaron la crisis política que tiene empantanado al país. Poco más podía decir en medio de una situación en la que lo único claro es quién tiene en estos momentos la sartén por el mango.

Siempre al mensaje de Navidad de Rey se le intentan buscar mensajes cifrados que los políticos se dedican al día siguiente a interpretar. Pero creo que es más por el vacío informativo que acompaña estas fechas que porque en realidad contenga más claves las que en él se expresan. Pero hay que reconocer que en los cinco años que lleva al frente del Estado Felipe VI ha desarrollado una especial sensibilidad para conectar con la situación anímica del país. Lo demostró en 2017 cuando arriesgó, según algunos demasiado, en su decisiva intervención institucional en la crisis catalana y lo ha venido haciendo también en sus mensajes navideños. Del de este año conviene quedarse con sus apelaciones a recuperar la confianza en nosotros mismos como una sociedad fuerte y bien estructurada al margen de coyunturas que puedan parecer que nos meten en un callejón sin salida. Cada día se demuestra más que en España la política va por su lado y cada vez se aleja más de las preocupaciones del día a día de la gente. Pero la política no puede ser un problema que bloquee al país ni los políticos una rémora que haya que mal llevar como una maldición. Por esos los llamamientos del Rey son especialmente oportunos y deberían de hacer reflexionar a los aludidos.

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