El zoco

juan lópez cohard

Al pan, pan...

Celebramos el día de Andalucía observando cómo nuestros próceres compiten por ponerle el mejor calificativo al andalucismo. Para el presidente Juanma Moreno, el andalucismo es "moderno" y "con vocación de liderazgo", pero también es "abierto y cosmopolita", "verde", "ambicioso" y "audaz como el de la juventud". Y se ha quedado tan pancho. Mientras tanto, para el ministro Garzón, el andalucismo es "un proceso histórico, de relaciones sociales y que trasciende a las generaciones presentes, con un hilo con el pasado y con el futuro" (¡jodete!), y pide recuperar los valores del andalucismo.

Garzón es malagueño, yo también. Garzón es andaluz, yo también. Garzón es de Unidas Podemos, yo tampoco (que hubiese dicho Dalí). Quizá sea por eso que no entiendo a qué se refiere con eso de recuperar los valores del "andalucismo". Y, a todo esto, el andalucismo, según el diccionario de la RAE, es: a) Palabra o uso lingüístico propios de los andaluces, b) Amor o apego a lo andaluz y c) Tendencia política de carácter nacionalista en Andalucía. Pues ya me dirán que valores son los que hay que recuperar.

Borges hablaba de la "diversa Andalucía" y la verdad es que sus provincias nada tienen que las diferencie con otras, como por ejemplo, Murcia o Badajoz, que lo que se diferencian entre ellas. Pero el argentino sí que recoge en su poema un manido tópico sobre los andaluces: "Los toros de la tarde. La bravía / música que también es delicada. / La buena tradición de no hacer nada." Menos mal que al final lo arregla: "Cuantas voces y cuanta bizarría / y una sola palabra. Andalucía". En fin que, para no ser menos en el guirigay español de las autonomías, bien está celebrar la nuestra recordando los versos del maestro Alcántara: "Con el campo entre dos luces / se puso a soñar un día / que era de los andaluces / la tierra de Andalucía".

Mientras tanto continuamos en España con el culebrón del rey emérito que, al hacer una segunda regularización fiscal, ha declarado haber cometido un nuevo fraude, con lo que sigue defraudando, no solo a Hacienda, sino también al pueblo español.

En la Roma de Cicerón estaban legislados los procesos de "repetundis" cuyo objeto no era tanto la pena como procurar el medio de resarcir el mal ocasionado. Los hechos comprendidos en las leyes "repetundarum" eran, entre otras, las figuras delictivas de sustraer, apoderarse, desviar y, en definitiva la "peculatus" que, traducido, conocemos como apropiación indebida o malversación. Cicerón nos dejó otra de sus joyas con las "Verrinas", esto es, los discursos que pronunció en el juicio contra Verres, gobernador de Sicilia, acusado de los citados delitos. El emérito ha devuelto, supuestamente, lo defraudado. Bien está si está todo. Pero ¿no habría que investigar y pedir la devolución a todos los que han cometido "peculatus"? Qué pasó con la regularización fiscal de Monedero? ¿Y con todos los condenados por los EREs y Cursos de Formación en Andalucía? ¿Alguien ha devuelto algo al Erario Público? ¿Ha investigado Hacienda cómo un señor que hace cinco años era un PNN en la Universidad, con un sueldo pírrico, puede comprarse un chalet de seiscientos mil euros? ¿O es que solo se le va a tirar de la manta al emérito? Oigan, al pan, pan…

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