La paradoja de la sentencia

No es de extrañar que la sentencia anunciada parezca severa, desproporcionada e injusta

Ala vista de las reacciones producidas, parece que han sido dos sentencias contradictorias las que han recaído sobre el tema de los EREs; y lo curioso es que esa radical discrepancia de interpretación se basa más en lo que en el proceso no se ha dicho que en lo que se ha dicho. El hecho de que durante toda la larguísima tramitación del expediente no haya aparecido ni una línea de acusación ni de indicios ni de sospecha de que los principales encausados hayan buscado su enriquecimiento personal o la financiación ilegal del partido, ha dado pie para mantener la honradez y honorabilidad de los condenados y hacer de ese hecho el elemento esencial de su defensa política. Por eso, ante ese convencimiento, y más allá de reconocer las irregularidades que se cometieron, no es de extrañar que la sentencia anunciada parezca severa, desproporcionada e injusta.

Pero al hilo de la complejidad del proceso y amparándose en los múltiples y variados aspectos que los hechos juzgados ofrecen, se está tratando de mantener un relato que tampoco aparece escrito en ninguna parte del sumario y que se presenta como la central conclusión de todo este laberíntico proceso. Se pretende hacer de esta sentencia, que abordó tan solo una cuestión específica, el juicio general a la gestión del PSOE en Andalucía y sacar la falsaria conclusión de que los 37 años de gestión socialista tiene su leal reflejo en esta resolución condenatoria. Ni eso dice la sentencia ni ha pretendido extender las irregularidades detectadas a otros aspectos de la gestión realizada ni, por supuesto, entra en consideraciones de carácter político sobre los efectos últimos de lo actuado. En este afán de hacer de este juicio una condena urbi el orbi a los sucesivos gobiernos socialistas se ha llegado a escribir y manifestar que son precisamente los datos considerados los que han hecho posible los repetidos éxitos electorales del PSOE. Esta interpretación tan chusca, desproporcionada y falaz ha sido la base de las sesudas reflexiones de cualificados portavoces de la dirección nacional del PP.

Hasta finales de septiembre no se conocerá el texto de la sentencia anunciada estos días, pero llegada esa fecha y, precisamente en base a lo que no dice, unos seguiremos creyendo en la integridad y honestidad de muchos de los condenados y otros volverán a elaborar la gran teoría conspiratoria sobre el clientelismo subvencionado y la ilicitud general de los gobiernos socialistas. Toda una paradoja.

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