Un partido vivo

El título de la Moncloa se lo van a jugar el PSOE y el PP. Los equipos revelación se están desinflando

El Viernes de Dolores comienza la campaña de las elecciones generales. Con la Semana Santa por medio, con la gente distraída, el resultado se decidirá en los últimos minutos. El partido electoral está vivo, en una de esas fases que no gustan a los entrenadores, con ataques y contrataques, en los que siempre pierde el más tonto, digo el que comete más errores. Nadie tiene ganado el partido del 28 de abril, aunque Sánchez parte con ventaja. Las encuestas de los últimos días apuntan que volvemos a los clásicos: el título de la Moncloa se lo juegan el PSOE y el PP. Los equipos revelación se están desinflando.

Pedro Sánchez sabe que se jugará la victoria en los votos del centroizquierda y el centro. Él mismo dijo en la entrevista que pude ocurrir lo mismo del 2-D en Andalucía. Por eso ha lanzado requiebros a Ciudadanos después de que Albert Rivera le diera calabazas. Suena un poco teatral. Pero el PSOE busca esa centralidad que da y quita los títulos de La Moncloa. Según los expertos, les ha ayudado la foto de la plaza de Colón, donde Albert Rivera apareció relativamente cerca de los chicos de Vox.

Ciudadanos debe esforzarse en los últimos días para convencer al electorado de centroizquierda, al susanismo, a los herederos del felipismo, a los que no gusta Sánchez. También está bajando Ciudadanos por el otro lado, porque el PP insiste en la teoría del voto útil, que puede ser decisivo. La capacidad de Pablo Casado para recuperar el voto perdido es la clave del PP. Las encuestas apuntan que es una tendencia en alza, pero lenta todavía. ¿Conseguirá atraer el voto perdido en los últimos días? Es otra gran incógnita de estas elecciones.

Unidas Podemos, que iba muy a la baja, intenta frenar el destrozo desviando el foco de la atención a las cloacas del Estado. El victimismo les sienta bien. El gran inconveniente de Pablo Iglesias es que el voto útil de la izquierda está más consolidado que el de la derecha, por lo que será raro que evite el descalabro. Intentará disimular sumándose al carro de la investidura, como socio preferente, ya que la mayoría absoluta de Pedro Sánchez es inviable. Pablo Iglesias ha vivido del silencio en los últimos meses, la misma estrategia que Vox. Ambos partían de la idea de que callados estaban mejor, así no se equivocaban. En el partido de Abascal empezó a hablar Ortega Smith y le ha salido el tiro por la culata.

En las tres próximas semanas habrá bullicios y silencios, jugadas y jugarretas de última hora, emoción hasta el suspiro final. Subirá al ataque hasta el portero. Cuidado con los fallos. Ahí se lo van a jugar.

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