El pensamiento único

La supuesta unidad y respeto reclamada por todos tiene fecha de caducidad en el día del congreso

El primer paso en las elecciones internas del Partido Popular, para elegir a su presidente, ha supuesto un auténtico maremoto para las rígidas costumbres de esta formación. Hacer ahora que aquellos votantes, de candidatos desbancados de la carrera, cambien su voto en poco tiempo parece una tarea titánica aunque, en el fondo, no es más que dejarse llevar por la descarnada costumbre hispana del "a rey muerto, rey puesto".

Es el momento de tomar decisiones y, mientras unos pasan los días, calculadora en mano, viendo como pueden sumar algo más, otros cogen la carretera y empiezan la búsqueda del voto compromisario a compromisario. Evidentemente algunos de estos apoyos pueden ser más baratos, al venir de los enfervorizados seguidores, pero otros van a requerir de muchas sutilezas, ofrecimientos y promesas. Es la típica visión interna de la democracia desde la partitocracia.

Evidentemente el juego de vaciar las conferencias, en aquellas provincias donde el candidato no era bienvenido por la dirección, ha llegado a su fin. Ahora todo es posible y los apoyos previos y públicos hacia uno u otro líder hacen temer lo peor en caso de no salir elegido. Porque la supuesta unidad y respeto reclamada por todos tiene fecha de caducidad en el día del congreso. A pesar de las fotos de abrazos y besos mutuos que se producirán al final entre los contendientes, todos saben que habrá vencedores y vencidos, especialmente por parte de aquellos que siempre sobrevivieron pasando por encima del resto.

Lo que sí sorprende es la forma de contar apoyos que están mostrando los candidatos. Si en una provincia salió victorioso alguno de ellos entonces automáticamente todos los compromisarios van a ser suyos. Este principio generalizado, aceptado e indemostrable caracteriza la pobreza argumental de las campañas. ¿De qué sirve el debate de ideas si aún se vive en el pensamiento único y en la obediencia a las órdenes del superior jerárquico? Está claro que el sistema político español requiere todavía de algunos años para lograr la libertad que predica, y que son momentos como el presente donde se va midiendo si cada afiliado o compromisario se siente realmente propietario de su voto. Impulsar estos procesos internos enriquece nuestro sistema político porque, como diría el presidente norteamericano Roosevelt: "Una gran democracia debe progresar o pronto dejará de ser o grande o democracia".

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