El puchero

Teresa Santos Tsantos@malagahoy.es

Las pensiones

LOS sindicatos nos lanzan a la calle contra la reforma de las pensiones y el retraso de la edad de jubilación, mientras los datos apuntan que las más importantes empresas del mercado de vida y pensiones, duplican clientes en un abrir y cerrar de ojos.

Desde luego desde el anuncio de la propuesta del Gobierno de elevar la jubilación a los 67 años para no poner en peligro un sistema de pensiones que hoy tiene superávit, se frotan las manos quienes ofrecen planes privados de pensiones o primas de ahorro.

Hace años que se oye la cantinela que advierte de dificultades como consecuencia de la caída de la fecundidad y del aumento de la esperanza de vida.

No se explica cómo los especialistas en cálculo no han tenido en cuenta uno de los aspectos más importantes del problema. No se puede seguir machacando a las mujeres eternamente sin pagar un precio alto por todo ello.

Tiene gracia que quienes vienen advirtiendo sobre la necesidad de reformas para que la jubilación no se ponga en peligro, entre otros la cúpula empresarial, no defiendan con el mismo entusiasmo que la única manera de dar la vuelta a la situación es ofrecer de una vez por todas las mismas posibilidades de empleo y salario a hombres y a mujeres, haciendo realidad la conciliación laboral, para que sea posible engendrar más hijos sin que la carga y la responsabilidad siga cayendo al 80% del lado de la mujer.

Son muchas las mujeres que hoy sólo se arriesgan a ser madres cuando han consolidado el trabajo en equipo con su pareja. Otras muchas van retrasando el momento a la espera de tener un trabajo fijo que les permita no perder su puesto cuando informen al empresario de su embarazo. Y una gran mayoría, después del primer hijo decide no tener más, cuando descubre que las cosas no han cambiado y que tiene que convertirse en superwoman para sobrevivir.

Resulta irritante cuando se escucha que nuestra esperanza está puesta en los inmigrantes, porque ellos tienen índices de natalidad más elevados. Una afirmación que solo corrobora que muchas mujeres inmigrantes aceptan su papel sin rechistar. No se sabe por cuanto tiempo. Todo se aprende cuando se tiene capacidad de observación.

Otra cuestión que camina paralela a la hora de poner en brete nuestras futuras pensiones, es la economía sumergida, que según los sindicatos afecta al 20% de nuestra actividad.

No puede suceder que gentes que han trabajado toda su vida no hayan conseguido cotizar lo suficiente para poder jubilarse en condiciones.

No se puede estar pensando en reformar el sistema de pensiones y que no se haya oído una sola palabra que anuncie el aumento necesario de los inspectores de trabajo.

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