Cambio de sentido

Lo peor de lo peor

Lo peor: Ortega Smith reventando un acto de repulsa ante el asesinato de una mujer por su expareja

Lo peor de la repetición electoral es que hay un país en vilo a la espera de saber lo que le espera. Lo peor es que hay profesionales de valía en cargos públicos que están atados de manos y presupuestos desde ni se sabe. Lo peor es que esta horita corta de la historia -les juro que Rajoy salió por las puertas hace solo año y pico- se nos está haciendo larga. Lo peor es que los líderes de nuevo cuño, cuanto más se quieren diferenciar, más se parecen. Lo peor es que dicen y se desdicen según soplan los vientos estadísticos. Lo peor es que consolidan (y contagian a las gentes) actitudes de encastillamiento, el insulto y el mohín revenido. Lo peor es que el llamado pueblo soberano se siente peón de sus tableros. Lo peor es que la confianza depositada ha trocado en cabreo y decepción. Lo peor es que habrá que cegar pantallas, buzones y sumideros para que no nos suba el hedor de los fakes (los embustes descarados de quienes tienen menos escrúpulos) hasta el bigote. Lo peor es que aún no nos hemos recuperado de los estupores de la campaña pasada cuando tenemos otra. Tanta fiesta de la democracia da mucha resaca. Lo peor es que lo peor podría estar por venir. Lo peor es que el nuevo resultado electoral sentará de nuevo a hablar a quienes -quienesquiera que sean- están más empeñados en lo que los separa que en lo que une. Lo peor es que lo peor es enemigo, primeramente, de lo menos malo. Lo peor es que los líderes políticos están en modo campaña, dando muestras de lo que queda por venir.

Pero lo peor de lo peor es contemplar a Ortega Smith y a otros cuatro como él con la pancarta rabicorta, reventando un acto de repulsa ante el asesinato de una mujer a manos de su ex pareja. Lo peor de lo peor es escuchar al alcalde de Madrid abroncándole con la boca chica. Lo peor de lo peor es que lo usan para hacer campaña. Lo peor de lo peor es que niegan las raíces de la violencia machista. Lo peor de lo peor es que dan alas a las navajas. Lo peor de lo peor es que llaman ideología a la sangre derramada. Y esto es sólo el principio. Lo peor de lo peor -advierte la voz de ultratumba de Sánchez Ferlosio- es que vendrán más años malos y nos harán más ciegos. Lo peor de lo peor -remata Antonio Machado- es que no hay nada absolutamente impeorable. Lo mejor de lo peor es que no hace falta ni un segundo para que todo esto -primordialmente los constantes rabotazos ultramontanos- nos resulte lamentable, extemporáneo y muy por debajo de la altura de este país y de estos tiempos.

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