De personajes siniestros. Elegía

Es de esperar que los investigadores y los sabios encuentren lo que se llama el gen de la siniestralidad

Tratando los sabios de explicar cómo es posible que se den en la vida de los humanos tantos acontecimientos desafortunados, hace tiempo que concluyeron que una de las causas más frecuentes de estos maleficios es la existencia, dentro de la propia especie, de unos personajes que dieron en llamar siniestros. Y se refieren con este apelativo a aquellos cuyas acciones causan perjuicios en los lugares por donde el transcurrir de su vida les hace pasar, de la forma en que Atila dicen que hacía con la hierba que pisaba. Y es opinión común que las más de las veces son más peligrosos los perjuicios de estos humanos que los de la propia madre Naturaleza ya que ésta se mueve de acuerdo a los designios de los dioses. Y no se crea que sea ésta una invención moderna, que ya escritores antiguos se ocuparon en describir las cualidades perversas de estos personajes que pululan por entre las gentes, las calles y las esquinas.

La clasificación más conocida de esta clase de personajes siniestros es aquella que dice que hay dos tipos principales: activos y pasivos. Se designan como pasivos los que tienen la desgracia de ser, sin pretenderlo, de mal agüero, aquellos a los que la diosa Fortuna señala como mensajeros involuntarios de estropicios y demás males. Por el contrario son siniestros activos quienes han decidido seguir la senda de sus propios intereses, sin atender las demandas de los débiles y los requerimientos de los colegas de la especie humana. Pero donde la disputa es más virulenta en estos asuntos es sobre si esta capacidad es una manera de ser heredada o si, por el contrario, son la voluntad y la decisión del sujeto los que originan un comportamiento así. Y se debe concluir respecto a este punto que son dos los requisitos necesarios: el uno, es que hace falta tener una tendencia natural y, el otro, ejercitarla con voluntariamente. Una última disputa de que debe darse noticia por ser muy útil para salvaguardar la salud de todos los miembros de la república es la de que si hay alguna forma de detectar la presencia de estos personajes pero aquí el pesimismo más feroz acaba mostrando que sólo es posible reconocerlos por sus efectos. Sin embargo, dados los avances de la ciencia con estos elementos tan decisivos llamados genes, es de esperar que los investigadores y los sabios encuentren lo que se llama el gen de la siniestralidad. Y de desear que pronto den con él.

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