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Mirada alrededor

Juan José Ruiz Molinero

jjruizmolinero@gmail.com

El precio del poder

Al PSOE, que gobierna gracias a partidos extremistas, no le puede extrañar que la derecha lo imite en Andalucía

Hace tiempo que la política española ha dejado de ser una cosa seria y respetable, por lo menos para los millones de personas que se quedan en sus casas el día de las elecciones. Los partidos se han fijado una principal tarea: desalojar a los que gobiernan. Desde el váyase usted, señor González, que le espetaba Aznar como principal argumento, a la obsesión -confesada por todos los grupos- de echar a Rajoy de la Moncloa, objeto de la moción de censura que aprovechó el PSOE de un ambicioso Pedro Sánchez que, por votos directos en las urnas nunca hubiese logrado su sueño de mandar -con todo lo que reporta para él y los suyos ocupar tantos puestos de relevos-, recorrer el mundo y el país con su flota de aviones y helicópteros, tener una radio-televisión nacional propia y prepararse costosas vacaciones en lujosos palacios reservado para los jefes de los gobiernos de turno. Pero todo ello tiene un coste: el primero, servir a los que les debe tales privilegios, en su caso a los extremistas de Podemos, que no cesan en clamar contra la jefatura del Estado y, sobre todo. a la extrema derecha independentista catalana, la del 3% de las gabelas exigidas a los empresarios, sin importarle rendirle pleitesía a su jefe racista, xenófobo y proclive al insulto y al desprecio del resto de los españoles y de sus instituciones, como es el 'honorable' Torra, que sólo acepta dialogar si les dejan construir su propia república bananera de la que beneficiarse directamente, sin tener que pasar por ningún otro filtro

Por esa obsesión de sustituir a los que ocupan el poder, al PSOE, que gobierna, gracias a partidos extremistas, no le debe extrañar que la derecha lo imite en Andalucía, utilizando apoyos extremos del abanico parlamentario votado por los andaluces, para apartarlos del poder ejercido, con tan limitados resultados comparativos para el bienestar e igualdad regional, durante casi cuatro décadas. Los que seguimos puntualmente la política nacional y regional española, sólo nos queda constatar un hecho histórico en Andalucía que, por vez primera, desde la restauración democrática, gobernará la derecha. Desde la atalaya alejada de luchas e intereses políticos observaremos no las palabras, sino los hechos. Si realmente va a existir un cambio positivo para los intereses generales o va a ser, como siempre, para los privilegiados y la clientela; si los extremismos ideológicos indeseables van a incrustarse en la política general, creando una atmósfera de vieja confrontación o si, en verdad, se va a gobernar para todos, que es lo que siempre se dice, pero nunca se hace. El poder tiene un precio, pero que no lo paguen los mismos.

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