Postales desde el filo

Las presidenciales y nosotros

Las elecciones francesas a doble vuelta se parecen a nuestros comicios como un huevo a una castaña

Las elecciones presidenciales francesas a doble vuelta se parecen a nuestro procesos electorales lo que un huevo a una castaña. No obstante, puestos a buscar similitudes, en estas elecciones su sistema de grandes partidos entró en crisis el 24 de abril como el nuestro el 20D. Y, también, uno más en crisis que otro: mientras el conservador Fillon ha quedado a algo más de un punto de su más directa rival, Marine Le Pen, el 6,36% obtenido por Hamon supone un verdadero Waterloo para el socialismo francés. Entre nosotros sólo el PSOE anda metido en berejenales de primarias, pero los dos grandes partidos franceses hicieron cada uno la suya. En las que optaron, en ambos casos, por los candidatos que representaban las opciones más extremas. Ahora, a la vista de los resultados, sabemos que fue un error y cabe preguntarse qué hubiese ocurrido si los votantes de las primarias hubiesen optados por los más moderados Juppé y Valls. Claro que también se puede argumentar que, en tal caso, los votos más radicalizados podrían haber huido hacia Mélenchon y Le Pen respectivamente. Pero lo que afirman los hechos es que ni el radicalismo de Hamon sirvió para frenar la fuga de votos hacia Francia Insumisa, ni el de Fillon para parar a la extrema derecha. Se puede afirmar que el verdadero ganador de las primarias de los dos grandes partidos franceses fue el centrista Macron, que no tiene partido.

Por otra parte, la neutralidad de Mélenchon ante la segunda vuelta favorece a una Marine Le Pen que no deja de proclamar los numerosos puntos coincidentes entre el izquierdista programa de Francia Insumisa y el suyo. Cuando se les pregunta al respecto, nuestro insumisos de Podemos responden con descalificaciones al banquero Macron. Las duras descalificaciones al ganador de la primera vuelta tienen el efecto, probablemente buscado, de lavar la imagen de la líder del FN. El currículo de Macron es extenso: enarca, relator del informe Attali, asesor primero y ministro después de Hollande; reformista, social liberal, convencido europeísta, etc. Pero su paso por la banca Rothschild permite a Podemos caricaturizarlo como uno de esos oligarcas de chistera y puro que dibujaba Chumy Chumez. Otros pensamos que su triunfo sería una gran noticia para los europeos, especialmente para los europeístas, mientras que el de Marine Le Pen supondría una tragedia para Europa. Por mucho que Pablo Iglesias piense lo contrario.

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