El PP no anda corto de poder territorial en las autonomías. Pero tiene tres presidentes que de verdad juegan un papel nacional importante y que tienen poder e influencia. Son, por orden de llegada, el gallego Alberto Núñez Feijóo, el andaluz Juanma Moreno Bonilla y la madrileña Isabel Díaz Ayuso. El primero es caso aparte. Representa una cultura de partido que no puede estar más alejada de la dirección nacional de Pablo Casado. Hace la guerra por su cuenta con resultados más que buenos, como demostró en las elecciones del 12 de julio, y ha logrado mimetizarse con Galicia como Chaves logró hacerlo con Andalucía.

Juanma Moreno, que entronca en el partido con el sorayismo de la última etapa de Rajoy, ha sabido encarnar las expectativas de cambio que había en Andalucía tras las décadas de monolitismo socialista y está siendo mucho mejor presidente que fue líder de la oposición. El cargo que ocupa, por supuesto, pero también su modelo de gestión moderado y dialogante lo han convertido en poco tiempo en un referente nacional para los conservadores. Está demostrado además tacto dentro de su Gobierno, con un vicepresidente de Ciudadanos que ha entrado en pánico y cada vez le da mayores problemas y un socio parlamentario, Vox, que unos días se levanta en plan amigo y al siguiente se dedica a hacerle la vida imposible.

Isabel Díaz Ayuso es puro producto de la factoría de Pablo Casado y como casi todo lo que toca el líder nacional del PP se ha convertido en una preocupación. Fuertemente influenciada por los restos del aznarismo que persisten en el partido -su jefe de Gabinete es el que fuera mano derecha de Aznar, Miguel Ángel Rodríguez-, es posiblemente de los políticos con menos talla del panorama nacional, que tampoco es que se caracterice por su excelencia. Va de ocurrencia en ocurrencia y de charco en charco, superada siempre por los acontecimientos. Su gestión de la pandemia ha sido un desastre, convirtiendo a Madrid en un caos. El puesto claramente sobrepasa sus capacidades y sus aliados de Ciudadanos están en el límite del aguante.

Son tres presidentes de perfiles muy diferentes, pero que en un análisis conjunto dan una magnifica fotografía de la realidad del Partido Popular de después de la moción de censura y de la que cabe deducir que quizás Isabel Díaz Ayuso sea un problema menor y que el problema mayor se llame Pablo Casado.