Postales desde el filo

José Asenjo

Las primarias de Madrid

EN las pasadas décadas, mientras el Estado se descentralizaba hasta la exageración, su capital, antes sinónimo del peor centralismo, se transformaba en la más cosmopolita y moderna de nuestras ciudades. En cambio, aquellas que ascendieron al rango de capitales autonómicas parece que hubiesen hecho el recorrido contrario. Es evidente que la tendencia al ensimismamiento de la periferia ha favorecido la centralidad de la capital madrileña. Curioso fenómeno si tenemos en cuenta que estaba destinada a ser la perdedora del nuevo Estado autonómico.

Como consecuencia de todo ello, lo que pasa políticamente en Madrid puede resultarnos más próximo que lo que sucede a nuestro lado. Las primarias de la federación socialista madrileña serán un asunto principal de la política nacional en las próximas semanas. Si se celebrasen en Málaga o Sevilla no sabríamos ni la mitad de sus respectivos aspirantes de lo que sabremos de Jiménez y de Gómez. Lo que está aconteciendo en la capital da argumentos a los defensores y a los detractores de las primarias. En primer lugar, porque, como todo lo que sucede políticamente en Madrid, lo de la FSM será algo más que un proceso de elección de candidatos. Si pierde su secretario general la federación vivirá una situación similar a la que se creó tras la derrota de Almunia frente Borrel y si pierde su oponente cargarán el fracaso sobre los hombros de Zapatero, que es lo único que le faltaba.

Los que han dado su opinión sobre la conveniencia de celebrarlas en nuestra ciudad -entre los que se encuentra una voz tan autorizada como la de Carlos Sanjuan- lo hacen reivindicando mayor democracia en el seno de la organización. Sólo cabe respetar a quienes defienden algo tan conveniente para nuestro sistema político. Sin embargo, me temo que se quiera empezar la casa por el tejado, ya que existen déficits democráticos en los partidos que me parecen mucho más perentorios. Por ejemplo, en los últimos años hemos asistido a decisiones políticas de enorme trascendencia, desde la participación en la guerra de Iraq a la reforma del modelo territorial del Estado (entre otros importantes asuntos), que no sólo no han sido sometidas a discusión previa, sino que no han generado ningún tipo de debate posterior en sus respectivos partidos. Prueba evidente de la peligrosa ausencia de cultura democrática en las organizaciones políticas.

Decir que siempre es mejor que los afiliados elijan los candidatos en lugar de los dirigentes es un argumento que tiene más valor ético que práctico. La última candidata socialista fue elegida por ese procedimiento la primera de las dos veces que salió derrotada en las elecciones municipales. Sin embargo, al hasta ahora único alcalde socialista de nuestra ciudad, Pedro Aparicio (en cuatro mandatos, tres de ellos con clara mayoría absoluta), es poco probable que se le hubiese pasado por la cabeza presentarse a unas primarias, algo, por otra parte, impensable en aquellos lejanos años.

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