El jueves de la pasada semana, el vicepresidente del gobierno de CyL, García Gallardo, de Vox, comparecía junto al consejero de economía del PP, anunciando la aprobación de un protocolo antiabortista, cuyo contenido es sobradamente conocido. Eso son los hechos. Las rectificaciones y matizaciones posteriores no pueden ocultar el despropósito, ni reducir a anécdota un asunto sumamente serio. Es lógico que Vox consiga imponer determinados aspectos de su ideario ultraconservador en la gestión de un gobierno del que es coaligado. Si el PP de CyL decidió romper con Ciudadanos y convocar elecciones para gobernar con Vox será por su afinidad con la extrema derecha. Parece bastante probable que Feijóo se enterase del asunto mientras preparaba un nuevo viraje a la moderación. Que el PP quiera centrarse tiene sentido ya que el espacio que el PSOE está dejándole por el centro es demasiado suculento. Pero la geometría variable de su relación con la extrema derecha dificulta inevitablemente esa estrategia. Lo cierto es que Vox es a la vez el problema y la solución para Feijóo, que sólo podrá atravesar la puerta de la Moncloa en brazos de Abascal. Además, medidas como las pactadas con Vox en CyL son del gusto de un sector de su propio electorado. Cabe suponer que su escenario soñado es el que se encontraron los populares en las autonómicas andaluzas. La estrategia del miedo a la ultraderecha, explotada de forma poco sutil por la oposición, tuvo un efecto contrario ya que favoreció la concentración del voto en los populares. Pero las circunstancias que permitieron el éxito en Andalucía no parece que sean extrapolables a unas generales.

De cualquier forma, el asunto del protocolo antiabortista pactado -aunque no se sabe si consumado- entre el PP y Vox no es ni mucho menos un asunto menor. Hay un lamentable trasfondo misógino en las medidas aprobadas por el ejecutivo de CyL. Niegan la capacidad de la mujer para decidir sobre su cuerpo, imponiéndole un inaceptable tutelaje y estableciendo limitaciones a un derecho que tiene reconocido en los términos establecidos por la ley. Además de suponer un retroceso para la libertad y la igualdad de las mujeres. Que el gobierno haya podido tener una reacción sobreactuada, no convierte en anecdótica una medida que supone una grave limitación de derechos. A veces, como dice un conocido filósofo, resulta perturbadoramente fácil esconder, manipular y retorcer la verdad.

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