Un proyecto para Andalucía

La presidenta de la Junta debería arriesgarse y concebir un proyecto que movilice a los andaluces con ideas nuevas

En estos momentos quizás no convenga hurgar más en el narcisismo herido de la presidenta de la Junta, porque si a la inercia ya arrastrada de antaño se añade un nuevo lastre de culpabilidad y fracaso, las consecuencias pueden ser letales para el funcionamiento público de Andalucía. Y esto sí debe preocupar a todos. Por eso, también cabe pensar que el desconcierto de esta situación supone una ocasión propicia para remover y movilizar esa mortecina inercia instalada en muchos funcionarios y responsables políticos. Cuando en estos últimos días la Presidenta de la Junta reclamaba que "ahora toca trabajar por Andalucía", la expresión ya llevaba implícito el reconocimiento de la existencia de un vacío institucional de estímulos e ilusiones. Además, esa llamada al trabajo plantea otros interrogantes porque debería incluirse en un proyecto capaz de ilusionar y comprometer a los que tienen a su cargo las funciones públicas andaluzas. Pero ese proyecto, o esa "idea-fuerza" no existe, o no se transmite. Sin embargo, ahora, en estos momentos de apagada indiferencia, un proyecto ambicioso que movilice e ilusione tal vez sea el revulsivo que devuelva una cierta esperanza en las instituciones. Puede, incluso, que esta falta visible de un proyecto aglutinador para Andalucía haya sido una de las causas del alejamiento de la candidata andaluza por parte de los votantes socialistas en las recientes primarias, dónde muchos han podido preguntarse: ¿si no ha sido capaz de configurar, en estos años, una idea-programática que arrastre a los andaluces, cómo puede motivar al resto de los españoles? Por tanto, si no se quiere permanecer en una situación de simple letargo y supervivencia, la presidenta de la Junta debería arriesgarse y concebir un proyecto que movilice a los andaluces con ideas nuevas y regeneracionistas. Y aunque es comprensible que muchos se pregunten si, a estas alturas, cabe esperar de San Telmo tal cambio y abertura, es necesario, de todos modos, insistir y reclamar. Porque, además, para que ese proyecto, esas nuevas ideas surjan, bastaría con una sola disposición: abrid simbólicamente el Palacio de San Telmo a una sociedad civil andaluza que está repleta de ideas y propuestas y con ganas de compartir esfuerzos e ilusiones. Un trasvase que lleva años aguardando y que solo se podrá iniciar si se limita el autismo político que tiende a acaparar todas las decisiones. Quizás ha llegado el momento proponer un proyecto en cuya gestación participe una sociedad civil hasta ahora siempre postergada.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios